Dra. Lucero de Jesus Rodríguez Jasso / Dra. Mónica Lorena Sánchez Limón
Los efectos vinculados a la presente crisis pandémica del COVID-19 se expanden a distintos entornos de la sociedad, orillando a modificar las formas en que la vida humana y la naturaleza de las actividades se desarrollaban día a día, principalmente las modalidades de trabajo y de comunicación (Amis y Janz, 2020; Bapuji et al., 2020). Dada la difícil predicción de los retos que dicho contexto iban a implicar, el mundo necesitó de la implementación de rápidas respuestas a los cambios con la finalidad de transformar las amenazas en nuevas oportunidades de acción; no obstante, la presencia de una disparidad en los niveles de vida de la población limitó el flujo de una manera equilibrada, principalmente en lo concerniente a la arquitectura tecnológica y al acceso de los servicios digitales (Amis y Janz, 2020).
En el marco de lo anterior, uno de los entornos de trabajo que ha presentado grandes retos es el ámbito educativo, implicando una vinculación en la colaboración de distintas partes para afrontar las repercusiones provocadas en la enseñanza y aprendizaje de los alumnos en los distintos niveles escolares, en donde la Organización de las Naciones Unidas (ONU) con la finalidad de dar continuidad al objetivo de desarrollo sostenible (ODS) número cuatro, el cual habla sobre la educación de calidad, promueve la movilización e implementación de la educación a distancia como solución y respuesta a la problemática (ONU, 2021; UNESCO, 2021b). En este sentido, los docentes presentan un rol de alta importancia en la generación de recursos de aprendizaje apropiados, adaptados, y flexibles a través de formas didácticas e innovadoras con el uso de la tecnología (UNESCO, 2021b).
Por lo tanto, con base a lo previamente mencionado, el objetivo del presente documento se enfoca en reflexionar sobre la flexibilidad y adaptación que han tenido los recursos didácticos ante los retos de una modalidad educativa híbrida en las universidades. En relación a lo anterior, una modalidad híbrida educativa se puede definir como un entorno virtual de aprendizaje, en donde los alumnos hacen uso de las herramientas tecnológicas para el desarrollo de actividades, para la comunicación, y para la visualización de contenidos (Lastra y Cárdenas, 2010); por otra parte, un ambiente virtual de aprendizaje es el espacio digital e intangible a través del cual se llevan a cabo las interacciones de enseñanza-aprendizaje, este puede presentarse en la modalidad totalmente virtual, presencial, o mixta (Batista, 2006).
El incremento en el uso de las tecnologías se ha visto reflejado en los últimos meses derivado de una necesidad de adaptación en el cual la educación pueda continuar con las mínimas afectaciones posibles, pasando de esta manera de un 56.4% a un 60.6% en el uso de Internet en los hogares, así como del 44.6% al 51.3% en uso de las computadoras como herramienta de apoyo escolar, lo anterior en una comparativa entre el 2019 (antes de la pandemia) y el 2020 (durante la pandemia) de acuerdo a los datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI, 2021).
Este nuevo contexto de trabajo implica una modificación en la centralidad de la enseñanza, en donde el docente disminuye su participación para dar paso a una mayor autonomía y enfoque en el estudiante, el cual organiza y evalúa sus propios tiempos y avances para el logro de los objetivos de aprendizaje. En este caso, el profesor actúa como guía y supervisor del progreso del alumno (Lastra y Cárdenas, 2010).
Como se mencionó anteriormente, una de las actividades clave en las que el docente debe enfocarse es en la elaboración de los recursos apropiados de acuerdo con las necesidades presentes de los pupilos, con la finalidad de estimularlos más allá de la memorización para la generación de competencias nucleares que le permitirán la aplicación del conocimiento.
Para llegar a este punto, el docente debe realizar un análisis situacional y un mayor acercamiento con los alumnos para conocer sus problemáticas y requerimientos, apoyándose en este sentido de un análisis de diagnóstico contextual de las situaciones, del aspecto pedagógico y de aprendizaje, y del entorno tecnológico con el que se cuenta para la adaptación de las secuencias didácticas, llevando a cabo un monitoreo en el que se pretenda mantener a todos en el mismo ritmo de aprendizaje, e implementando adaptaciones y reconfiguraciones particulares debido a barreras de espacio, tiempo y recursos que algunos pudieran presentar (UNESCO, 2021a, 2021b).
La falta de un contacto físico involucra la eliminación de algunos elementos sensoriales, por lo que, para lograr la misma retención y atención por parte del alumno, se deben explotar y aprovechar los recursos audiovisuales orientándose principalmente a la transmisión de imágenes, textos y videos. Es así como, el docente debe desarrollar su originalidad para hacer uso correcto de los recursos didácticos tales como diagramas, ensayos, estudios de caso, foros y reflexiones, proyectos para la producción del conocimiento, trabajo en equipo, y grabaciones, entre otros (UNESCO, 2021a).
Por otro lado, distintas herramientas se han desarrollado con el objetivo de lograr la transmisión de información a distancia de manera eficiente, por lo que diversas plataformas tales como Google Drive, Microsoft Teams, Zoom, Cisco Webex, y Canvas, entre otros, han diseñado e incrementado los servicios en relación a las actividades educativas (Batista, 2006; UNESCO, 2021a) y, de acuerdo con las preferencias institucionales, han sido utilizadas en diversas conferencias y universidades de México.
Es así como, derivado de lo anterior, se puede concluir que las repercusiones originadas por el Covid-19 han obligado a que el mundo vea a la educación de manera distinta, buscando alternativas para superar las barreras, y desarrollando herramientas que de otra manera no se hubiesen creado o hubieran tardado más. Lo anterior implica un empuje hacia la mejora, en donde la flexibilidad y adaptación al cambio es algo constante, abrazando la tecnología en una mayor medida que en la modalidad tradicional, lo que puede significar un punto clave de transformación hacia el ajuste en el uso de las herramientas para romper de alguna manera las brechas generaciones en el uso de los recursos, ya que tanto docentes como alumnos se han obligado a aprender a utilizarlos en igual medida.
Referencias Bibliográficas
Amis, J., y Janz, B. (2020). Leading Change in Response to COVID-19. The Journal of Applied Behavioral Science, 56(3), 272–278. https://doi.org/10.1177/0021886320936703
Bapuji, H., Patel, C., Ertug, G., y Allen, D. (2020). Corona Crisis and Inequality: Why Management Research Needs a Societal Turn. Journal of Management, 46(7), 1205–1222.
Batista, M. (2006). Consideraciones para el diseño didáctico de ambientes virtuales de aprendizaje: una propuesta basada en las funciones cognitivas del aprendizaje. Revista Iberoamericana de Educación, 38(5), 2.
INEGI. (2021). Técnologías de la información y comunicaciones.
Lastra, J., y Cárdenas, E. (2010). Ambientes virtuales y formación empresarial. Pensamiento & Gestión, 28, 155–170.
ONU. (2021). Objetivos y metas de desarrollo sostenible. https://www.un.org/sustainabledevelopment/es/sustainable-development-goals/
UNESCO. (2021a). Garantizar un aprendizaje a distancia efectivo durante la disrupción causada por la COVID-19: guía para docentes. https://unesdoc.unesco.org/ark:/48223/pf0000375116_spa
UNESCO. (2021b). Orientaciones relativas al aprendizaje a distancia. https://es.unesco.org/themes/tic-educacion/orientaciones-aprendizaje-distancia
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