Lic. Gerardo Espartaco Herrera Alba.
Bien, aquí vamos otra vez, año nuevo, curso nuevo. ¿Qué nos deparará el destino en el año veinticuatro de la era “cristalina”?
Su servidor vuelve a las aulas repletas de quinceañeros ávidos de trabajos en clase con muchos plumines de colores, datos para jugar y unas ansias de notificaciones por contestar. Pero, ¿a caso me estoy quejando ligeramente de ese dios de pantalla táctil que nutre nuestras vidas y nos llena de alegrías en todo momento?… ¡Claro que no!, ¡Cel me libre!
Ahí está uno de varios retos para este año. Sí que son importantes los temas y planes, programas y sistemas, pero no debemos olvidar que en la mano y mente de los alumnos está la tecnología celular, en cuyas “garras” están para bien y para mal ellos, nosotros, ustedes y ellas. Porque no se va a negar que hasta las abuelitas han sido tomadas por la “magia” de la pantalla, las tienen… y ahora, ¿quién podrá defendernos?…
No será necesaria una defensa como tal, sino una conciencia en sí. Todos caemos en el lugar común de que “tiene sus ventajas y desventajas”, ¿y entonces qué haremos?; lo consulto en la red y les comento luego… ¡claro que, no!, ¡quieta esa mano!
A groso y mal modo.
En un principio, el sistema era bueno y el sistema con sus fallas y detalles lograba que hubiera armonía entre generaciones de pupilos, docentes, académicos, directivos, padres de familia y hasta sindicatos; luego, vinieron las competencias y destacaron las habilidades de los pueblos por encima de los conocimientos, así que el sistema viendo la soberbia de los educadores, los confundió con rúbricas y multiplicó los demás instrumentos de evaluación. Entre tanto y tanto llegaron constructores de conocimiento disfrazados de pedagogos comandados por Protágoras, que les mostraron que no era necesario el conocimiento sino irlo construyendo según las significaciones, apoyados con el fuego de artillería de cañones proyectores, conjuntamente de un adminículo portátil que contenía todas las erudiciones, al menos en apariencia.
Vino después una peste de miedo que asoló pensamientos y libertades, de la que hubieron de resguardarse en las cavernas y lejos de los centros del saber, contando sólo con utensilios de pantalla. Luego de que la peste cesó, la luz volvió pero ya era menos perceptible y les dijeron que progresarían poco a poco, de lo muy poco, pero eso sí con mucha emocionalidad.
“Simbolismos” aparte, un reto será tal vez, no atender a cuál es el origen del caos que nos trajo hasta aquí, sino concienciarnos del caos del origen, en cuanto a cómo estamos ya, hoy, es decir en qué condiciones estamos como para comenzar de nuevo, que ya habrá tiempo de más alegorías, ¡naturalmente!… Su servidor propone el analizar más a fondo el uso de las pantallas a día de hoy, sus consecuencias y abuso de su implementación en la educación. Si en los países del norte de Europa están volviendo a libro y lápiz, por algo será, pero ¿hasta cuándo no caeremos del guindo nosotros?
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