El docente: corazón del sistema educativo

Dra. Edith Jiménez Ríos

En la actualidad el ser docente representa enfrentar diversos cambios en las aulas, que lo obligan a cambiar su práctica, actualizarse, ser autodidactas, aunque es necesario decir que dichos cambios no se producen de manera inmediata, porque en la trabajo diario confluyen diversos factores como la diversidad de las características de los estudiantes, sus estilos de aprendizaje, la influencia contextual, las situaciones impredecibles y la forma de enseñanza de los docente. Una de las cosas que más se les ha recriminado a los profesores es que sus formas de enseñar “son aburridas”,  “rutinarias” o “desmotivantes”, que lejos de facilitar el aprendizaje en los estudiantes, lo dificultan porque no renuevan y adaptan estrategias en relación con las necesidades educativas de niños y jóvenes.

Estamos de acuerdo que la misión fundamental del docente es la comprensión y el mejoramiento de la educación, lo cual cobra valor e importancia cuando reconocemos que el alumno no construye el conocimiento en solitario, sino con la ayuda de sus compañeros y del maestro (Casañas, 2009).

¿Qué conocimientos deben tener los profesores y qué hacer?. La respuesta implica diversas actividades como 1) saber de la materia, 2) saber preparar actividades, 3) saber dirigir la actividad de los alumnos, 4) saber evaluar. Un maestro reflexivo busca alternativas para la solución de problemas involucrando a los alumnos y los padres de familia, pero este proceso va más allá de lo racional y lógico, es decir, revisa día a día sus propósitos, sus objetivos, se prepara y se capacita, aprende de sus errores,  realiza planes a futuro y busca una forma de actuar para mejorar el proceso de aprendizaje y enseñanza.

Asimismo, en todo nivel educativo, se habla de la influencia que tienen los docentes en la escuela y en la formación del aprendiz. Para el niño,  el docente es uno de los pilares importantes en el entorno escolar,  convirtiéndose en un ejemplo a seguir en conjunto con los padres de familia y los directivos de la institución. Así como los padres, tienen una influencia positiva en los niños, durante los primeros años de vida, el maestro debe tener un efecto positivo frente al menor de edad.

Con los jóvenes, el docente debe abrir espacios de mayor comunicación donde puedan expresar sus inquietudes y sentimientos, por lo que en las aulas,  se vuelven mediadores entre los contenidos escolares y el alumno. Estos y otros elementos van configurando la identidad y vocación de los docentes, los cuales  derivan en un estilo de enseñanza particular que le demanda la profesionalización de la docencia, la preparación de sus clases, la motivación para aprender, y la relación con los alumnos. A partir de esta idea, cada profesor está aprendiendo a enseñar.

En el contexto universitario, las instituciones educativas tienen la misión de desarrollar las competencias necesarias para que sus egresados respondan a las exigencias del campo laboral, por lo cual el profesor es un eje central en el aprendizaje, que debe mostrar habilidades de comunicación, actitud motivante, ser creativo, tener vocación, paciencia, tolerancia, flexibilidad, o sentido del humor. Además de saber vincular lo teórico con lo práctico, hacer las clases dinámicas e interactivas y usar experiencias reales. Se suma también, la  expansión de las tecnologías y los medios digitales que vienen acompañados de una nueva perspectiva sociocultural. Al respecto (Valerio y Rodríguez, 2017) señalan que los jóvenes universitarios están más abiertos al cambio y tienen mayor cantidad de hábitos relacionados con la comunicación digital. Esto es relevante porque sabemos que los jóvenes aprenden reconstruyendo los conocimientos, no repitiéndolos. Cada persona construye sus propias ideas a partir de sus percepciones y de las interacciones con otros” (Sanmartí, 2017, p. 34).

En modelos tradicionales de enseñanza, el profesor es el protagonista, quien sabe del tema, controla al grupo, su labor es enseñar y la de los alumnos aprender. Sin embargo, en modelos actuales o alternativos, el profesor debe ser constructivo, reflexivo, facilitador, paciente y motivador, porque enseñar no es sólo proporcionar información sino ayudar a aprender (Casañas, 2009). 

Es aquí donde cambia el rol del docente, se vuelve corazón del proceso educativo, porque se ocupa de las ideas previas de los alumnos, sabe que éstos son capaces de aprender de diferentes formas, la enseñanza es dialogante, se intercambian opiniones, puntos de vista, se construyen actitudes, valores, y se crece en lo personal. Por lo tanto, la clase ya no puede ser directiva, los profesores deben traspasar muros y aulas, promoviendo el aprendizaje constante y el desarrollo humano del estudiante y de él mismo.

Los cuatro pilares de la educación son aprender a conocer, aprender a hacer, aprender a ser y aprender a convivir. En ellos, el profesor tiene un papel principal, pues las habilidades personales y socioemocionales son uno de los pilares que actualmente se enseñan y aprenden también en la escuela. En estos tiempos, en que los casos de depresión, ansiedad y violencia, se han agudizado en las escuelas, los docentes deben orientar su enseñanza hacia el apoyo y la comprensión de los aprendices. Por lo tanto, el conjunto de habilidades docentes también incluye el promover el diálogo, diseñar ambientes didácticos motivantes, considerar al error como oportunidad de aprendizaje.

A manera de conclusión, Cassany (2021) plantea preguntas al docente, pero sería mejor que tales preguntas nos las hiciéramos  los docentes ¿cuál es el secreto de una buena clase?, ¿cómo consigo captar y retener la atención del alumno?, ¿de qué mecanismos dispongo para detectar y controlar posibles situaciones conflictivas?, ¿cómo puedo lidiar con el estrés?, ¿cómo gestionar la relación con mis estudiantes?. Ante estas preguntas, consideramos que en todo nivel educativo, el docente es una figura fundamental, importante e insustituible que se debe a sus estudiantes y continuamente deberá estar aprendiendo a enseñar como un docente reflexivo.


Referencias

Cassany, D. (2021). El arte de dar clase. Barcelona, Anagrama Editorial.

Casañas, E.  (2009). Psicología Educativa del docente. https://es.studenta.com/content/116717378/psicologia-del-docente

Sanmartí, N. (2017). El error es útil para el aprendizaje. 10 ideas clave. Evaluar para aprender. Barcelona: Graó.

Valerio, G. y Rodríguez, M. (2017). Perfil del profesor universitario desde la perspectiva del estudiante. Innovación Educativa, 17(74), 109-124.  https://www.scielo.org.mx/scielo.php?pid=S1665-26732017000200109


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