
Lic. Gerardo E. Herrera Alba
¡Es poco el amor… como para desperdiciarlo en celos!
No sé si a ustedes les ha pasado, pero a su servidor, muchas veces. Aquello de ser convocado a juntas de diversa índole, dentro del horario de clases. Para tal motivo los alumnos son atendidos por los prefectos o el personal administrativo, mientras los profes han de acudir a éstas, que bien se podrían disponer sin quitar horas clase. Todo a beneplácito, improvisación o antojo de personal que por lo regular toma decisiones desde los escritorios y que vienen a alterar un plan general de curso, ya en curso, poniendo a su vez a improvisar a directores y demás personal a su cargo dentro de cada escuela en particular con cosas que no estaban planificadas de inicio. Ideas para juntas sobran, la cuestión parece ser, que lo que menos importa es el docente frente a la clase.
Durante estas juntas de academia o similares, que normalmente se realizan telemáticamente, pues, el que es más “perico” (listo) siempre es verde y el más tonto donde quiera pierde, no faltará quien sepa estar con toda la tecnología y no hará falta quien apenas pueda y se las apañe con sus medios o con los que le otorga el sistema público y sus especialistas. Cabe mencionar que los expertos de los centros de cómputo van desde los excelsos y magnánimos hasta los que siempre saben pero también hacen como que ayudan; pero en fin que, en estas notables asambleas tal vez se llega a algo, de no ser que a nada o poco. No miento si digo que tres puntos en hora y media que pudieron ser tratados sin tanto protocolo y desperdicio de tiempo a beneficio de la burocracia y sus delicias, ¡son un robo!
En la ciudad de México es conocida la frase: “¡Ya se la saben… celulares y carteras (billeteras)!”. Que es lo que dice un asaltante ladrón a los pasajeros de un colectivo, avisándoles que están bellamente condicionados a reaccionar con método y meticulosidad al robo de sus pertenencias. Así se afianza pedagógicamente que la enajenación de lo impropio forma parte de la cultura de una sociedad que avanza día con día y cada vez con mayor originalidad y didáctica popular.
Muchas veces son pocas las horas que se nos dan para algunas asignaturas que merecen más dedicación, lo que pedimos la mayoría de profes es tener más tiempo de aula para atender a las demandas de aprovechamiento de las autoridades y pues con esto se dan un tiro en el pie. La solución es simple y se llama organización directiva y administrativa de los altos mandos… bueno, la rectitud en las intenciones de formar a mejores personas, bien preparadas, no vendría mal.
¿Qué mensaje estamos dando?
¡Ya se la saben, muchachos, la maestra no va a dar clase porque está en junta; como en otras ocasiones van a “realizar” las “actividades” que dejó!
Lo curioso es que los mismos alumnos, cuando lo ven a uno en la escuela, ese día que no estuviste con ellos, se acercan y te preguntan: “¿Por qué no nos dio clase?”.

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