Objetivo a la vista

Dr. Jorge Gutiérrez Alfonzo

El aprendizaje está inconcluso en México desde hace más de 10 años cuando los padres comenzaron a cuestionar las actividades de aprendizaje de los estudiantes. No se interrumpió en esta pandemia. ¡No!, ya estaba interrumpido. La pandemia solo ilustró la deficiencia, la puso ahí para que se viera que el aprendizaje ya no llegaba a los jóvenes y niños en general. Y no llegaba porque el docente, en muchos de los casos, dejó de preparar las clases de acuerdo con el programa para lograr los aprendizajes esperados o, como se dice hoy, los aprendizajes esenciales, para ya no tener la confrontación con el tutor que exigía una buena calificación, para no verse tan exigente en la comunidad escolar. El docente solo entrega las secuencias didácticas por trámite, para evitar la nota mala pero no para llevarlas a cabo dentro del aula.

Ana María es una joven maestra que egresó el año pasado como licenciada en educación preescolar. En la actualidad trabaja a cuatro km de la cabecera municipal. Todos los miércoles concluye su proyecto. Para el jueves, que es el día en donde trabaja a distancia, indica la nueva actividad a los padres de familia, solicita que junto a su hijo busquen el significado de una palabra que sea del interés del pequeño, después que comenten de qué otra manera se le llama y por último que la escriban.  Los alumnos que la maestra atiende cursan el tercer grado de preescolar. La respuesta de algunos padres de familia es referente a la actividad; se quejan que el niño aún no sabe palabras, que es muy difícil que investigue y que escriba la palabra.  La maestra les comenta que deben apoyar a su menor con la investigación y que el menor tome el lápiz y se exprese como pueda. Los padres de familia insistieron en la dificultad que representa el que los niños hagan actividades por sí solos. La maestra les indicó que no veía bien que sus hijos solo cortaran, pintaran, que era necesario inducirlos a enfrentarse a situaciones cotidianas.

Como se ve en el caso anterior, algunos padres de familia cuestionan las acciones que los docentes planean; no quieren que a los hijos se les conduzca a actividades que les traerán los conocimientos que le servirán adelante. La actividad presentada por la maestra incluye varios aprendizajes; el primero, hacerle saber al menor que la búsqueda de algo que necesitamos puede hacerse mediante un teléfono celular, una tablet o en una computadora; si no se tienen estos artefactos tecnológicos, puede buscarse en libros, revistas o periódicos. Otro aprendizaje es la cercanía padre, madre e hijo. El infante sabrá que siempre tendrá el apoyo de sus padres para encontrar las cosas que desea buscar; y un tercero es que el menor se exprese libremente para después indicarle que debe de seguir ciertas reglas para escribir.

Otra situación similar a la precedente se dio con el maestro Alfonso, quien trabaja en el nivel medio superior. El maestro Alfonso, antes de la pandemia, intercalaba lo enseñado en el aula con actividades tecnológicas: crucigramas, sopa de letras, buscar soluciones en un test. Proponía que las tareas se enviaran mediante plataformas educativas que estaban surgiendo en ese entonces. Los padres de familia solicitaron su presencia en una junta de uno de los grupos porque estaban inconformes con esta metodología. El maestro se presentó y les informó que en su secuencia didáctica estaban especificadas las actividades y que él, antes de realizar las actividades, les ilustraba el tema en el pizarrón.  Les indicó que estas actividades les servirían a los estudiantes en el futuro.

Los dos casos presentados muestran que los padres de familia cuestionan a los docentes cuando se les exige a los estudiantes que tengan prácticas formativas. No aceptan que hay que avanzar, así como ocurre en los juegos de celulares, que se debe ir escalando niveles para obtener la mayor puntuación. Los estudiantes invierten muchas horas en el celular, pero no para cuestiones académicas.

A estas alturas, los retos para que los alumnos adquieran aprendizajes esenciales son de gran tamaño.  Hay que hacer entender que la exigencia académica es fundamental para que los alumnos se reconozcan como un ser pensante capaz de razonar las situaciones cotidianas. Hacer entender a padres y madres de familia, así como a los alumnos, que hay niveles y que cada uno tiene un grado de exigencia. Exactamente igual como en los juegos que ellos tienen en sus celulares. Hacer entender que este dispositivo que está de moda en la actualidad puede ayudarnos a enfrentar los obstáculos, con aplicaciones que traen herramientas para superarlos.

¿Qué hay que hacer? Los docentes lo que saben hacer: realizar su planeación con actividades acordes con el contexto de la escuela; esa planeación debe ser expuesta a los alumnos al inicio del ciclo escolar, y si se puede al finalizar cada bimestre o cada parcial. Los padres de familia, preguntar a los alumnos por los aprendizajes esperados y conocer las actividades plasmadas en la planeación y apoyar en todo momento al estudiante. Los alumnos, tener claro el por qué están estudiando, visualizar el objetivo que desean alcanzar para asimilar la planeación propuesta por el docente; no quejarse por lo que debe conocer. Realizar las actividades con agrado y atención.

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