M.D.C. María Dolores Carrillo Noyola
Estamos viviendo una etapa muy diferente, previa a la pandemia y pos pandemia, con la diversidad de situaciones tanto en la sociedad en general como en el rediseño improvisado de las políticas públicas en materia de educación que se tuvieron que implementar con prueba y error, en un marco de incertidumbre, tanto para las familias del estudiantado, como para docentes para salir adelante y cubrir con el plan y programa de estudios de todos los niveles educativos; y que a la fecha se siguen generando una serie de reformas legislativas en materia educativa, tomadas desde modelos que se pueden considerar novedosos pero de igual forma volviendo a generar incertidumbre en cuanto al resultado que se puede obtener en beneficio de los y las estudiantes , aunado a la resistencia normal, de cualquier cambio que conlleve salir de nuestra zona de confort. Lo que sí se debe de resaltar y reconocer, es la materia incluida en el plan y programa de estudios de nivel básico por la Secretaría de Educación, denominada Educación socioemocional con una visión humanista y propósitos bien definidos para cada nivel educativo implementada en agosto de 2018.
El anhelo de la sociedad actual, es poder resarcir de manera proactiva y favorable el desarrollo cognitivo, ético y emocional a través de la experiencia y el aprendizaje; sobre todo, de la experiencia en aula que se vio suspendida o coartada por la pandemia y que en algunos casos, la familia contribuyeron al acompañamiento por primera vez de forma más directa y cerca desde casa. No obstante lo anterior, de igual forma se detectó situaciones de crisis emocionales durante dicho proceso, tan es así que se están presentado diversas conductas violentas en todos los ámbitos de la sociedad.
Por lo anterior, es el inicio de repensar el generar políticas públicas en materia educativa con cultura de paz como ya lo hace en otros países e incluso en el Estado de Jalisco, que son pioneros en contar actualmente con su Ley de Cultura de la Paz, que incide en varios rubros importantes y que prevé el evitar la violencia generalizada y opta, por proporcionar las herramientas legislativas adecuadas para implementar y lograr consolidar la cultura de la paz, aplicando la mediación como fuente principal.
La crisis humanitaria en la que actualmente vivimos, es motivo importante para reflexionar respecto del impacto positivo o negativo que puede influir el actuar de quienes conformamos la sociedad en general (como parte integrante de un territorio, de un estado o de una nación). Nos despertamos cada día con notas periodísticas que nos conmueven por el alto impacto de violencia sobre todo en escuelas de educación básica y a la vez nos preguntamos qué está pasando en nuestro mundo, que es lo que está provocando tanta violencia generalizada.
Es por ello importante, hacer alusión a la Ley de Cultura de la Paz del Estado de Jalisco, en cuanto corresponde a promover y garantizar la paz desde el marco de la educación, al ser de orden público y de interés social, sin minimizar el contenido de la misma, ya que es la base para consolidar y fortalecer los derechos humanos comprendidos en nuestra carta magna y prevenir y erradicar la violencia en todas sus formas. Su contenido da luz y esperanza para establecer los principios rectores de una promoción y sensibilización para generar conciencia con cultura de paz en todos los quehaceres que como sociedad nos involucramos, considerando definiciones claras como educación para la paz, y contemplando el diseño del programa estatal de cultura de paz, desde la currícula, la formación docente, formación comunitaria, vinculación institucional, mediación comunitaria, fortalecimiento de redes entre otras acciones.
Como integrantes de una sociedad cambiante y preocupada por el destino o futuro de las nuevas generaciones, debemos estar comprometidos a generar las condiciones más viables, resaltando y encumbrando ante todo, los valores que inciden en el actuar de la sociedad, para obtener como resultado mejores generaciones, más conscientes y sanas emocionalmente, comprendiendo que quienes tenemos responsabilidad como docentes, somos ejemplo para interactuar e implementar la mediación como medio de solución de conflicto que se pueda presentar en el aula, permitiendo desarrollar actitudes de empatía y construir el camino de la paz.
Es la oportunidad de rediseñar y orientar a las nuevas generaciones incidir de forma positiva, conciliar el interés que atañe a la sociedad en general en pro de la educación.
Será una tarea titánica, pero somos más quienes creemos y queremos la paz.
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