La presencialidad: entre una escuela  Edipo, Narciso y Telémaco.

Dra. Martha Maricela Galicia Lira

A partir del año 2019, el mundo tuvo un cambio drástico que transformó la vida de las personas en casi 3600, entre pérdidas y oportunidades crecieron acciones positivas como imaginación, pensamiento crítico, creatividad, adaptabilidad, colaboración, toma de decisiones, así como reflexión, las cuales orillaron a revolucionar el actuar de más de una persona, pero también se presentaron acciones negativas como miedo, comodidad e incertidumbre.

De este modo, en plena crisis surgieron emprendedores que, a pesar de estar en el mismo escenario tuvieron una visión distinta de la situación, a la cual respondieron de una forma que socavó el mundo cuadrado e inamovible de generaciones apagadas por el pánico al contagio, a los detrimentos económicos e inclusive a la muerte, con valor e ingenio transformaron su realidad.

Entonces, crecieron emporios tecnológicos vistos en plataformas digitales, equipos de cómputo y telefonía móvil; además, varios negocios se aventuraron  a sumergirse en el mundo virtual, mientras otros simplemente quebraron o desaparecieron.

¿Y la escuela?, ¿la escuela en México?, ¿qué pasó? Al parecer la escuela, sigue ahí entre cuatro paredes, algunas con jornadas de limpieza, puertas y ventanas abiertas, con el uso de los cubrebocas, también se dice la mayoría de sus maestros están en capacitaciones para implementar un nuevo Plan de Estudios en Educación Básica y otros niveles, unas más con madres y padres de familia que se corresponsabilizan en la formación de sus hijos, en la parte organizacional se nombró a una nueva responsable de la Secretaria de Educación Pública y en lo administrativo existe un aumento considerable de trabajo, de informes, de reportes.

¿Y los procesos? Es sin duda, una pregunta pertinente y atinada porque los maestros contemporáneos en ese par de años de pandemia se enfrentaron a las aulas virtuales, a las escuelas en sus hogares e incluso a la invasión de la privacidad de los alumnos y alumnas al dar clase en presencia de toda la familia; tuvieron que flexibilizar su metodología e ideología; abrieron espacios de aprendizaje en la cocina, en los patios o en las calles; unos empatizaron, otros enfrentaron afectaciones a su salud (vista, espalda, estrés…) y una porción importante reaprendieron para enseñar.

De los últimos deseo abrir un espacio de dialogo e intercambio, pues en un sentido reflexivo de “lo que callamos los maestros” vivieron la deshumanización, la frustración, la soledad, la brecha digital, la incógnita de cómo verificar el logro de los aprendizajes e incluso la inestabilidad emocional de alumnos, maestros y  familias.

Actualmente, ante el regreso a la presencialidad en agosto 2022, el cuestionamiento es ¿qué escuela se requiere para responder al mundo?, ¿una permeada por el discurso hegemónico en el mundo diverso? o aquella que aspire a una erótica de la enseñanza.

¿Erótica, una erótica en la enseñanza? Sí, en palabras del italiano Massimo Recalcati (2016) es urgente integrar esa erótica porque recoge la estética (desarrollo de la personalidad), suma las experiencias (actos comunicativos), incorpora la sensibilidad (emociones), satisface la vida afectiva (las relaciones con quienes nos rodean) de los actores escolares; es decir, se camina hacia una educación en emergencia.

Y en esa educación emergente, Argandoña (1992) menciona la existencia infinita de vías para la educación, donde cada persona debería en plena libertad decidir y emplear los recursos que la escuela ofrece para la vida, pero ¿cuál  escuela?, aquí  Recalcati (2016) comparte la siguiente clasificación:

  1. La Escuela Edipo: el maestro es una figura de autoridad, desde la visión jerárquica los alumnos y alumnas poseen un rol pasivo, acatan, escuchan, reciben, pero no cuestionan; el orden, la disciplina es sinónimo de aprendizajes.

Sin embargo, un maestro de esta escuela genera prácticas infértiles que matan la creatividad y que, por contrato, lo escrito es indeleble. Esta escuela postpandemia no solo atenta en la adquisición de aprendizajes, sino vulnera esa alegría de aprender, se buscan soluciones sin conocer el problema.

  • La Escuela Narciso: en un plantel de esta naturaleza lo importante es lo visto, la infraestructura, los uniformes, un orden aparente incluso en lo curricular. Planes bien escritos pero inoperables por las condiciones contextuales.

Escuela que tarde o temprano termina por ahogar a su población a razón de necesidades superfluas que no aterrizan en acciones efectivas, las soluciones son alejadas de la realidad, no se piensa en la totalidad.

  • La Escuela Telémaco: las opciones anteriores dejan al descubierto la urgencia de idear mecanismos que posibiliten aprender algo deseado, crear experiencias que cambien la vida, formar personas con libertad de  pensamiento, generen bienestar y potencien el amor  por aprender.

En este sentido, una escuela de esta naturaleza crea relaciones educativas de manera creativa porque responde al contexto.

Una escuela Telémaco en el Siglo XXI entiende el cerebro del estudiante, genera un dialogo sensible, educa con la mirada, en la presencia y enfrenta los desafíos con conocimiento, con valor para atender a quienes la integran.

Así, en la presencialidad entre una escuela Edipo, Narciso y Telémaco, lo crucial es actuar en una educación en emergencias con un auténtico docente  que goce su labor (sin goce no hay pedagogía), que ame a sus alumnos al acercar el conocimiento a su realidad, además entender que, es el maestro quien hace posible la magia para que una clase se transforme en aventuras, encuentros, experiencias intelectuales y emocionales. Ciertamente, el trabajo en las aulas requiere provocar ir más allá de las cuatro paredes, de la comunidad, de la imaginación.

Finalmente, el problema de la escuela actual no es la presencialidad, sino responder favorablemente a los cambios vividos y desde ellos, conseguir movilizar el saber, encender pasiones y amar la noble labor de revolucionar vidas.

Referencias

Argandoña, Guillermo. (1992). La clase. Serie de caricaturas didácticas sobre el carácter autoritario del sistema educativo.

Recalcati, Massimo. (2016). La hora de la clase. Por una erótica de la enseñanza.


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