
Dra. Martha Maricela Galicia Lira
Una educación basada en valores es fundamental para la formación de individuos con conciencia social, ética y responsabilidad, orientada hacia el desarrollo de seres verdaderamente humanos, como planteaba Sartre. Su importancia radica en fomentar el respeto y la convivencia pacífica, lo que contribuye a la construcción de un ambiente escolar armonioso y libre de violencia. Además, fortalece la identidad y la autoestima de los alumnos, brindándoles mayor confianza para afrontar los desafíos educativos y personales. Asimismo, promueve la responsabilidad y el compromiso, formando ciudadanos que asumen con seriedad su aprendizaje y su papel en la comunidad. Finalmente, les permite enfrentar problemáticas sociales dentro del entorno escolar, generando espacios más inclusivos y respetuosos.
Desde esta perspectiva, la enseñanza puede transformarse a través de un enfoque humanista de la educación, en el que se integren estrategias pedagógicas que impregnen el currículo escolar de valores, desde el diseño curricular hasta la puesta en práctica en las aulas.
Así, el aprendizaje basado en proyectos, el diálogo reflexivo y la educación emocional son herramientas clave para este propósito. Desde la función docente y directiva, se destaca la importancia de colocar al estudiante en el centro del proceso educativo, fomentando valores, empatía y una formación integral. Resulta urgente adoptar un enfoque humanista que no solo fortalezca el aprendizaje académico, sino que también contribuya a la formación de ciudadanos críticos y responsables, abarcando desde la educación inicial hasta la superior, y desde los hogares hasta las escuelas.
Por lo antecedido, la educación enfrenta desafíos que trascienden el rendimiento académico. En contextos rurales, urbanos y urbanos marginales, las desigualdades sociales y económicas afectan profundamente el desarrollo educativo de los estudiantes. Por ello, el enfoque humanista emerge como una herramienta fundamental para promover una educación inclusiva, equitativa y de calidad.
El Humanismo en la educación: una respuesta basada en principios
El enfoque humanista en la educación parte de la premisa de que cada estudiante es un ser único, con potencialidades y necesidades específicas. Sus principios fundamentales incluyen:
- Una educación centrada en la persona.
- El desarrollo integral en los ámbitos cognitivo, emocional y social.
- La promoción del pensamiento crítico y reflexivo.
- Una enseñanza basada en la empatía y el respeto.
Aplicación del humanismo en escuelas secundarias de contextos urbanos marginales
En los entornos urbanos marginales (aunque puede aplicarse en otros contextos), tanto docentes como directivos deben identificar y aplicar estrategias que permitan integrar el enfoque humanista en el aula y en la gestión escolar. Algunas de estas estrategias incluyen:
- Escucha activa y comunicación asertiva: crear un ambiente de confianza donde los estudiantes puedan expresar libremente sus ideas y emociones.
- Metodologías activas y participativas: implementar el aprendizaje basado en proyectos y el trabajo colaborativo para fomentar la autonomía y el pensamiento crítico.
- Formación en valores: incorporar programas de educación socioemocional, talleres y actividades de sensibilización que fortalezcan la resiliencia y la autoestima.
- Vinculación con la comunidad: establecer redes de apoyo con familias y organizaciones locales para fortalecer la integración y el sentido de pertenencia en la escuela.
Resultados y beneficios del enfoque humanista en la educación
La aplicación del enfoque humanista en la estrategia educativa genera un impacto positivo en diversos aspectos, entre ellos:
- Mayor motivación y compromiso por parte de los estudiantes.
- Reducción de la deserción escolar y mejora en los índices de asistencia.
- Fortalecimiento del sentido de pertenencia y construcción de una comunidad escolar más cohesionada.
- Desarrollo de habilidades socioemocionales clave para la vida y el bienestar personal.
El humanismo, como eje central de la educación, no solo transforma la enseñanza en un proceso significativo y humanizante, sino que también se convierte en una respuesta urgente ante las desigualdades que marcan a los contextos urbanos marginales. En estos entornos, donde las barreras sociales y económicas limitan oportunidades, aplicar este enfoque no es una opción, sino una necesidad impostergable. Solo a través de una educación que forme con valores, fortalezca la dignidad y cultive la resiliencia, podremos forjar ciudadanos críticos, comprometidos y capaces de transformar su realidad con ética y responsabilidad.

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