Dra.Dora María Lladó Lárraga
Dra. Jeny Haideé Espinosa Barajas
Mtra. Diana Teresa García Camargo
La UNESCO (2021) advierte sobre una crisis global de desarrollo humano caracterizada por desigualdades sociales y económicas, cambio climático, pérdida de biodiversidad, agotamiento de recursos naturales, retroceso democrático, automatización tecnológica y baja calidad educativa. En este escenario, la educación superior se destaca como una herramienta clave contra la desigualdad, lo que ha llevado a la formulación de políticas que buscan ampliar la cobertura educativa, promover la inclusión y fomentar la diversidad y la paz. El regreso a clases post-pandemia ha agravado los desafíos para las y los jóvenes universitarios, incluyendo dificultades económicas, emocionales y académicas. Muchos y muchas no pudieron regresar debido a la falta de recursos o por tener que trabajar, y aquellos que pudieron hacerlo, enfrentan conflictos entre horarios de trabajo y estudio. El estudiantado también muestra una mayor vulnerabilidad emocional y carencias significativas en aprendizaje, lo que resulta en rezago escolar. En resumen, la educación superior continúa siendo un factor clave en la lucha contra la desigualdad, pero enfrenta problemas de calidad, marginación y falta de recursos. Superar estos desafíos requerirá esfuerzos conjuntos de organismos internacionales, gobiernos y las propias instituciones educativas. En este contexto, es necesario realizar cambios profundos en el diseño de los sistemas educativos, la organización de las escuelas y los enfoques pedagógicos, lo cual implica una transformación en el rol del docente. La pandemia ha deteriorado la relación entre docentes y estudiantes, familias y escuelas y el profesorado se enfrenta a una amplia gama de desafíos en el aula, desde aspectos de disfunciones familiares, cambios sociales, tecnológicos y científicos, hasta diversas necesidades educativas especiales del estudiantado actual. Ante esta realidad, el personal docente necesita una preparación adecuada que les permita desarrollarse con éxito, reimaginando su papel y adoptando prácticas pedagógicas innovadoras que se ajusten a los intereses y motivaciones de las y los jóvenes actuales. En la educación superior, se han logrado avances en la atención a las necesidades del alumnado a través de leyes que promueven la inclusión, equidad, interculturalidad y cultura de paz. Además, la asignación de recursos extraordinarios, por parte del gobierno federal, está condicionada a la implementación de programas que fomenten estos valores en las instituciones universitarias.
No obstante, el profesorado requiere de métodos, técnicas y herramientas que les permitan reflexionar y transformar su práctica docente, la actualización constante y la valoración de las diferencias individuales del estudiantado. Lograr la equidad educativa implica enseñar de manera variada, utilizando diferentes enfoques y procedimientos como la resolución de problemas, la cooperación y la manipulación. La exploración activa y los proyectos desempeñan un papel central en la enseñanza y se pueden utilizar técnicas como el teatro, las dramatizaciones, los debates y las películas para captar la atención del alumnado, relacionar los problemas con la realidad, fomentar la reflexión y promover su participación activa en la construcción de su propio aprendizaje. Reimaginar el quehacer del personal docente implica varios aspectos fundamentales. En primer lugar, se debe enfatizar la educación en valores, no solo transmitiendo conceptos, sino convirtiéndose en un espejo para las y los estudiantes, enseñando con el ejemplo el respeto, la responsabilidad, la empatía y la ética profesional. Además, es importante conocer y aplicar estrategias pedagógicas que busquen desempeños auténticos en situaciones de aprendizaje real, teniendo en cuenta las necesidades e intereses del estudiantado y fomentando el uso de modelos pedagógicos adecuados y contextualizados. Aunado a ello, es fundamental el uso de tecnologías de la información y comunicación para motivar al alumnado y facilitar la inclusión de diferentes estilos de aprendizaje y, otro aspecto de relevancia es el replanteamiento de la evaluación educativa, individualizando los procesos para lograr mayor objetividad y justicia, teniendo en cuenta las diferencias individuales de las y los estudiantes. Para crear un ambiente de equidad, inclusión y no violencia, las instituciones educativas pueden implementar estrategias que incluyan lineamientos regulatorios, políticas y acciones para fomentar estos valores en la organización y en la currícula. Asimismo, resulta imprescindible capacitar a la planta docente en buenas prácticas, tales como informar sobre el marco legal, establecer acuerdos por escrito, transmitir valores a través del ejemplo y mantener una relación académica respetuosa y empática utilizando medios de comunicación adecuados. Reimaginar el papel del personal docente implica reflexionar y transformarse, abriendo nuevos caminos para reducir las diferencias al verse reflejado en los demás.
Referencias.
UNESCO (2021). Los futuros de la educación: aprender a convertirse. Comisión Internacional sobre los Futuros de la Educación. Marzo 2021. file:///C:/Users/personal/Downloads/375746spa.pdf
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