¡Qué los eduquen ellos!

Lic. Gerardo Espartaco Herrera Alba

Últimamente escucho este tipo de frases dentro del medio docente y no es para menos porque algo llevan de razón pero ¿acaso estamos confundidos o se nos olvidó de quién es la responsabilidad de educar?

Si viene cierto que “la educación se mama en casa” y el ambiente o sistema familiar determina las inclinaciones de la conciencia de los seres humanos, lo es también que la escuela es una continuación del proceso educativo y no sólo de instrucción.

La educación no termina con la entrada de los niños a cierto grado escolar ni el colegio fundamenta su razón de ser con una serie de tratos laterales cognoscitivos como tal vez hemos ido creyendo en los últimos años. “¡Yo no vengo a educar gente, yo vengo a dar clase de…!”.

¿Vienen mal en su comportamiento a ciertos niveles ya, porque no los educaron en casa? No creo tanto eso, pienso más bien que, vienen mal porque los mal educaron en casa, basta con observar y platicar con algunos padres de familia para corroborar de dónde vienen las malas conductas así como las cuestionables actitudes de hoy. Por lo tanto, ¿informar o formar?

La formación de los ciudadanos es responsabilidad de la sociedad en su conjunto y sus instituciones son los eslabones, en este caso la familia y la escuela, las dos tienen una lógica informativa formativa. Pero ahora resulta –y es más cómodo- que nos arrojamos la pelotilla de a ver quién forma a los seres humanos. Entre profesores decimos que habría que comenzar por los padres de familia y mucho hay de eso, pero con quien contamos y tenemos bajo nuestro cuidado es a sus hijos, que por causas generacionales y de cambios sociales no han recibido lo que nosotros por poco y no alcanzamos a recibir.

Lo que quiero decir es que hoy como profesores nos toca formar y no sólo informar. Con esto no quito responsabilidades en casa ni trato de adjudicar a los maestros cargas tutoriales ni de mentoría, que alguna habrá. Quizá pueda ayudar el que otorguemos y unifiquemos criterios formativos que tal vez no reciban de origen pero que ya requieren de manera urgente. No temamos al compromiso de la autoridad moral.

Recuperemos nuestra autoridad, porque nos la estamos creyendo, esa de que sólo servimos para informar, mientras escuchamos de mil formas aquello de “no te metas conmigo aunque te haga majaderías, a ti y a la maestra de la siguiente clase”… “cállate y da tu clase, no intentes reeducarme ni llamarme a la conciencia”… “si me corriges o me haces ver mis contradicciones me voy a ir a quejar”.

´Bonito mensaje´ el que estamos dando y cuidado porque nos toca hacerlo con inteligencia, ya que, como hemos dicho varios padres de hoy no transmiten el sentido de respeto que se le debe a un profesor y por el lado de nuestras autoridades directas sabemos tres posibles cosas: están en sintonía y se las ingenian apoyándote, no les importa y sólo quieren quedar bien por aquello de la matrícula o tienen miedo. Pero alguien tiene que hacer algo y si no hay más que de a poco, será mejor que nada.

La responsabilidad es de ambas partes, no con la idea de una dependencia sino con la cohesión de la complementariedad. En la una se forma e informa y en la otra se informa y forma.


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