Que algo queda

Lic. Gerardo E. Herrera Alba

Desde la antigua Roma hasta Rossini, pasando por Bacon…

Resulta peculiar y justo que se contemple el sancionar a quien calumnie, justo porque el orden indica la consecuencia y peculiar porque algo tan de sentido común pareciera no estar contemplado, y de hecho que lo está si nos vamos a la generalidad de los códigos procesales, la diferencia podría ser hoy la atención específica, con esto de la iniciativa de ley llamada “Tere”.

Una calumnia que fue comprobada y tal daño causó, que no alcanza en lo suficiente para reparase, aun de ser favorable un desenlace para la afectada. Se propone luego como un referente más, un recordatorio, una alerta para el futuro. Necesaria, sí; pero ¿qué no se supone que así debería ser ya? No sé si poner etiquetas a los códigos a manera de pegatinas que vayan recordándonos los pendientes del sentido común, ayude a solucionar las cosas de fondo. De momento sí, si pensamos en lo urgente para después atender lo importante y general.

Hoy día es fácil infamar y difamar, acusar cómodamente; sólo tienes que sacar de contexto frases, dichos, comentarios y acciones, ¡ah!, o iniciar un rumor.

“Calumniad con audacia, siempre quedará algo” es una frase que se le atribuye a Francis Bacon y cuya actualización popular es “Calumnia, que algo queda”. Se requiere de frialdad pero veamos…

A tal grado de cálculo no llegue tal vez un adolescente que desea venganza pueril y repentina por la maestra que lo suspendió. A tal grado de cálculo no llegue tal vez una adolescente cuyo profe le llama la atención en clase y ahora resulta que es un lascivo o más. Digo pues de reacciones imprudentes y caprichosas, secuela de otras causas que no miden consecuencias. Y, de que hay seres frente a grupo que no deberían es cierto  pero eso para el caso que no es hoy.

La calumnia planificada normalmente se da en grupoides y no falta el tonto útil o la tonta útil, la operación es de terrorismo, cóctel Molotov para el docente a hundir o alguna institución de la competencia o la competencia dentro de la institución. Valdría la pena contemplar y plantear esta variante.

Más allá de las acusaciones falsas por parte de estudiantes que se dan a maestras o profes… existe la no muy remota posibilidad que el rumor surja de compañeros o directores. No vivimos en los tiempos mejores de la ética, las personas cuestionan la moralidad en lugar de que la moral cuestione a las personas. Es por eso que el rumor hacia un educador es un arma de destrucción; cuando viene de alumnos es escandalosa pero cuando viene de tus pares o directivos, es silenciosa; en ambos casos aunque se resuelvan a favor de los afectados, siempre, algo queda.


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