Mtro. Gerson Daniel Andueza López
Como docentes nos enfrentamos constantemente a cambios y procesos de adaptación; es una habilidad inherente a la profesión de las aulas. Se presentan modificaciones en los presupuestos, en procesos administrativos, en los contenidos lectivos, en el número y la diversidad de los alumnos, con las exigencias de los padres de familia, el acceso a materiales didácticos y tecnológicos, entre muchos otros factores. Sin embargo, los profesores no habíamos experimentado una situación de tanta inestabilidad e incertidumbre como la que nos trajo la Covid-19. La reciente pandemia ha sacudido y puesto a prueba a todas las estructuras sociales e instituciones de nuestra comunidad. Ante esta situación, los profesores hemos tenido que afrontar esta crisis buscando adaptarnos y crecer.
Haciendo retrospectiva de los hechos, creo que conforme el tiempo iba transcurriendo y nos dábamos cuenta de la magnitud de la pandemia, como ciudadanos nos fuimos dando cuenta de cómo la realidad social se empezaba a trastocar en el mundo. A su vez, como docentes empezamos a sospechar que los cambios inevitablemente alcanzarían a las instituciones educativas en poco tiempo. Finalmente, cuando se hizo oficial la inminente suspensión de actividades y luego la confirmación de una migración a un modelo totalmente virtual, se sobrevino la crisis; que es un estado temporal de trastorno y desorganización, caracterizado principalmente por la incapacidad del individuo para abordar situaciones particulares utilizando métodos acostumbrados para la solución de problemas, y por el potencial para obtener un resultado radicalmente positivo o negativo (Slaikeu, 1996).
Todo parecía inicialmente como algo irreal e inverosímil; y me parece que, tanto como personal administrativo, profesionistas e individuos, atravesamos por lo que los varios autores considerarían como una profunda crisis con todas sus etapas (Horowitz, 1993; Slaikeu, 1996): la incertidumbre, la negación, la búsqueda e intento de soluciones nuevas (en donde todavía nos encontramos) y finalmente, nos queda todavía integrar la experiencia y orientarnos hacia una resolución y crecimiento. En este sentido, queremos compartir algunas de las experiencias por las que atravesamos y otras que también tuvimos oportunidad de vivenciar de forma vicaria.
- La incertidumbre. Aunque diferentes partes del mundo experimentaron la expansión de la Covid-19 a diferentes velocidades, en México tuvimos la oportunidad de presenciar cómo la pandemia se acercaba a una inusitada velocidad a nuestro país. Escuchábamos noticias y rumores, pero todavía nos parecía algo lejano y que tal vez se podría solucionar antes de que nos alcanzara -dichosa esperanza-. Muchos de mis colegas no creían que fuera realmente suceder algo de tal magnitud o por tanto tiempo, pero entre la parte administrativa y muchos docentes foráneos ya se podía sentir la tensión y el miedo.
- La negación. El día llegó en que tuvimos los primeros casos en México, luego en nuestros Estados y ciudades. Presenciamos el golpe de realidad: el virus ya está aquí, se va a quedar y cada vez estará más cerca de nuestras familias. La propagación parecía incontrolable debido a que muchos manejos institucionales y gubernamentales a todos los niveles tal vez no fueron los más adecuados. El aviso de suspensión de clases se hizo patente y no podíamos creerlo: esto no podía estar sucediendo, ¿qué va a pasar con nuestras asignaturas? ¿Cómo que van a cerrar todos los campus? ¿Todos vamos a trabajar a distancia? ¿Y me van a contratar de nuevo si estoy por horas o me voy a quedar sin empleo? Voy a tener que migrar todo a un ambiente virtual, ¿cómo lo hago?
- Soluciones nuevas y adaptación. El golpe fue muy duro para muchos; hubo gran dosis de improvisación, toneladas de cursos exprés, capacitaciones: Zoom, Teams, Blackboard, entre decenas de otros aspectos didácticos y pedagógicos. Nuevas formas de comunicación asincrónica y migración de materiales y de lleno adaptación a las TIC’s. Muchos docentes batallaron mucho y otros no pudieron y renunciaron. También, por las noticias nos enteramos de muchos casos de lamentables situaciones de profesores que se comportaban de manera inadecuada en sus clases. El trabajo súbitamente invadió al hogar y los maestros y personal administrativo tuvimos que adaptarnos nuevamente: espacios, tiempos, formas, relaciones.
Buscando algo de empatía y resonancia entre muchos de mis colegas, les pregunté a quienes tuvieron experiencias gratificantes y también dolorosas, cómo le hicieron para sobrellevar la transición presencial-virtual, cual estrategia siguieron en sus hogares o cómo pudieron balancear sus actividades. Las respuestas fueron casi unánimes: aprender de forma eficiente los nuevos procesos; la creatividad para las clases y materiales; la resolución de problemas tecnológicos y didácticos; el manejo de herramientas tecnológicas y digitales; la colaboración con alumnos, padres y administrativos; la comunicación efectiva con todos los niveles; la empatía, y claro, la capacidad de adaptación y la resiliencia de salir adelante ante las dificultades.
Nos encontramos a casi un año y medio desde que a muchos nos mandaron al ambivalente “home office”. En algunas locaciones hay “semáforo verde” y ciertas instituciones están preparándose para reabrir sus puertas y empezar a recibir a los alumnos de nueva cuenta. Tendremos un modelo semi-presencial o híbrido, al cual también nos tendremos que acostumbrar. La educación dentro o fuera del aula no se detiene, las capacitaciones se renuevan, las clases continúan. Sin embargo, algo que nos ha quedado claro con esta experiencia es que los docentes de todos los niveles tenemos desarrollada de manera extraordinaria las capacidades de adaptación y la responsabilidad social. Vamos seguir cambiando y vamos a sacar adelante los procesos de enseñanza-aprendizaje necesarios. El impacto inicial ya pasó y hemos aprendido mucho de nuestros errores. Nos vamos a seguir cuidando y vamos a seguir creciendo con estas experiencias. Sin importar qué suceda, vamos a salir adelante junto con nuestros alumnos; así son los profesores.
Referencias
Horowitz M. J. (1993) Stress-Response Syndromes. In: Wilson J.P., Raphael B. (eds) International Handbook of Traumatic Stress Syndromes. The Plenum Series on Stress and Coping. Springer, Boston, MA.
Slaikeu, K. (1996). Intervención en crisis. Manual para práctica e investigación. México: Manual moderno.
Mtro. Gerson Daniel Andueza López
- Maestrías en: Docencia y Desarrollo de Competencias; Psicoterapia Cognitiva; Terapia Familiar.
- Especialidad en Educación.
- Lic. en Psicología y Lic. en Antropología.
- Estudiante de Doctorado en Desarrollo Humano y Capacitación.
Dejar una contestacion
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.