Las familias, clave de la transformación para  la educación del futuro.

Dra. Martha Maricela Galicia Lira

Previo a la crisis sanitaria en el ámbito educativo muchos países latinoamericanos y, especialmente en México; seguían con un atraso tecnológico y educativo significativo, evidencia de ello, son  los bajos resultados en pruebas estandarizadas a nivel nacional e internacional, los cuales sugieren preguntarse ¿qué aprenden las niñas, niños, adolescentes y jóvenes  en las escuelas?, ¿qué contenidos son útiles?, ¿cuáles son las competencias que están desarrollando y consolidando?, ¿cómo se desenvolverán en el futuro con este presente incierto y precario?, ¿cuál es rol de los maestros, las familias, la sociedad y los gobiernos?

Interrogantes que durante el periodo de pandemia orillaron a pensar desde una postura fatalista que “la educación en México había fracasado” ante la presencia de un entorno VUCA  caracterizado por esa volatilidad, incertidumbre, complejidad y ambigüedad (Bienestar en la escuela, 2022); además donde había falta de acceso a herramientas tecnológicas e Internet, maestros carentes de habilidades digitales, aumento de la brecha educativa entre los diferentes contextos, el pasar al siguiente nivel a alumnos que carecían de conocimientos y habilidades por inasistencia, entre otras; entonces, sí, esas eran evidencias de un fracaso.

Sin embargo, desde una mirada optimista, aparecieron diferentes escenarios “esperanzadores” que mostraron el poder de la expectativa, la creatividad, uso de la tecnología, el pensamiento crítico, aparición de las pedagogías disruptivas y magia; si, la magia de aquellos maestros que lograron integrar a las familias para salvar ciclos escolares y conseguir aprendizajes en los alumnos especialmente de nivel básico.

De este modo, no todo estaba perdido, ante los atisbos de aprendizaje de una minoría, productividad además de eficacia de maestros y el poder de las familias, se emprendieron postulados de esos futuros de la educación (UNESCO, 2019) donde conceptos colectivos como inclusión, enfoque en la persona, educación para el presente y la democratización de los saberes aventuró a esos profesionales de la enseñanza a incursionar en modelos STEAM  para que esos temas fueran perfect fit para los alumnos en ese momento con una mirada prospectiva a años venideros.

Por lo anterior, las familias son pieza clave también porque mostraron la escuela no está en un edificio, entre cuatro paredes o en un laboratorio, la escuela está en el día a día, entre conocimientos reales, entender la diversidad de todos y sus intereses, tener inteligencia emocional que respete la dignidad y que desafíe las estructuras que eran casi inamovibles.

Entonces, la pandemia junto a eso que llamamos cuarta revolución industrial aceleró la educación tecnológica en México con baches y rutas en ocasiones torcidas, pero la aceleró; las familias estuvieron ahí para hacer videos, entrar a plataformas digitales, incursionar en la realidad aumentada hasta crear prototipos de robots al integrar la inteligencia artificial y poder entregar tareas. Y hoy, hay quienes están a pasos de la quinta revolución industrial, en palabras de Marc Vidal (2020), con un futuro permeable y líquido donde además de lectura, escritura y matemáticas los alumnos aprenderán a programar.

En consecuencia, las familias deberán sumarse a las prácticas que se emprendan en las escuelas para lograr los aprendizajes del mañana con la suma de voluntades, ante ello, la Comisión  Internacional  sobre  los  Futuros  de  la  Educación (UNESCO, 2020) refiere al sentido de fragilidad e inconexión entre los sujetos y adicional a los objetivos de la Agenda 2030 para el desarrollo sostenible ofrece nueve   ideas   para impulsar la educación como:

  1. Fortalecer la educación como bien común.
  2. Ampliar la definición de derecho a la educación.
  3. Valorar la profesión docente y colaborar con los maestros.
  4. La participación y los derechos de los estudiantes.
  5. Proteger los espacios sociales que ofrecen las escuelas.
  6. Poner tecnologías libres y de código abierto a disposición de maestros y alumnos.
  7. Garantizar la impartición de conocimientos científicos básicos en los planes de estudio.
  8. Proteger la financiación a la educación pública.
  9. Solidaridad mundial para poner fin a los niveles de desigualdad.

Al respecto, resulta crucial comprender estas ideas exigen responsabilidad para asumir el compromiso, trabajo y  acción efectiva  de   gobiernos en sus diferentes niveles, organizaciones, sociedad  civil, maestros, alumnos, empresarios, pero particularmente las familias que confían en las escuelas como instituciones formadoras.

Así, con ese panorama establecido por la UNESCO, la interrogante es ¿cómo será la educación y el aprendizaje entre 2022 y 2050?, en  México lo estamos vivenciando con una reforma educativa que apuesta por los diálogos, la vida en sociedad, las familias y la premisa de un sistema educativo que se ajusta a las necesidades actuales (supuestamente), pero que estará atenta a incorporar nuevas ideas y tecnologías como formación en ciencias de la computación, que ayudarán a adquirir habilidades informáticas, métodos de enseñanza innovadores usando hologramas, realidad virtual, sistemas de aprendizaje artificiales, los nanorobots, el apasionante conocimiento de la neurociencia e imágenes cerebrales (Educación 3.0, 2019).

Ciertamente, ante esos cambios vertiginosos, el nuevo contrato para la educación, nos exhorta a reimaginar, emprender una búsqueda del conocimiento y desarrollo, tomar conciencia de la conexión entre todos al clic del mouse; nos orilla a trabajar juntos porque existen motivos para estar llenitos de esperanza.

Esperanza generada porque hemos reflexionado sobre ¿qué  debemos  seguir  haciendo?, ¿qué  debemos  dejar  de  hacer?, ¿qué  debemos  reinventar  completamente? y podemos guiarnos de propuestas cimentadas en sistemas educativos con equidad, tecnologías emergentes, pedagogías cooperativas, evolución de los planes de estudio, el trabajo transformador de los maestros, revolucionar los espacios educativos, orientar a la inclusión y sostenibilidad, innovar e investigar para responder al nuevo orden mundial (UNESCO, 2022).

Finalmente, construir la educación del futuro es el llamamiento a las familias para configurar ese  futuro soñado como pacífico, justo y sostenible, donde la educación se revolucione, se transformarse; ¿flipante? Un poco, pues, implica repensar ¿cómo estamos formando a los alumnos para ese escenario?

Referencias

– Bienestar en la escuela. (12 de abril 2022). Entornos VUCA: así afectan a la escuela. Bienestar en la escuela. https://www.bienestarenlaescuela.com/blog-posts/entornos-vuca-asi-afectan-a-la-escuela

– Educación 3.0. (14 enero 2020). En 15 años, las máquinas inteligentes reemplazarán a los maestros. https://www.educaciontrespuntocero.com/entrevistas/marc-vidal-maquinas-inteligentes-reemplazaran-maestros/

– UNESCO (2019). Los futuros de la educación: aprender a convertirse. https://es.unesco.org/futuresofeducation/la-iniciativa

– UNESCO. (2020). La educación en un mundo tras la COVID: Nueve ideas para la acción pública. Comisión internacional sobre Los futuros de la educación. https://unesdoc.unesco.org/ark:/48223/pf0000373717_spa

– UNESCO. (2022). Reimaginar juntos nuestros futuros, un nuevo contrato social para la educación. https://unesdoc.unesco.org/ark:/48223/pf0000379381_spa

– Vidal, Marc. (2019). La educación del futuro. Desde 2020 al 2050. https://www.marcvidal.net/blog/2019/5/29/la-educacion-futuro-2020-2050


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