Lic. Gerardo E. Herrera Alba
¿Quién habla de esto ya?
Ha tiempo que el respeto a la “figura del maestro” se viene perdiendo. Recuerdo vagamente, usando la memoria de este servidor –obviamente, como un referente subjetivo-, que dicha figura tuvo un porrazo en México a finales de los ochenta y principios de los noventa con ciertos movimientos sindicalistas que, independiente a sus causas y resoluciones, motivaban en la percepción de padres de familia una mala imagen, que se continuó en la nueva década.
Sumado a lo anterior, comenzaron a salir a la luz ciertos casos de corrupción de algunos profesores que abusaban de su posición de autoridad y admiración por parte de sus alumnos, lo que aprovechaban para obtener ciertos favores. Ser docente en los comentarios de algunas reuniones sociales daba igual a cierta envidia y morbo, ¿y… qué tal las alumnas? Esto en contra de quienes encarnan la figura de la docencia, que dicho sea de paso ha existido siempre y que por ahora no ahondaré, sólo quiero reunir una serie de factores a tomar en cuenta para la reflexión que propongo.
Lo antepuesto de manera breve, como un vistazo previo a lo que llegó enseguida con el uso de la tecnología en la vida de las personas en general y dentro del aula, tomen sus asientos por favor.
La batalla por la atención, dentro de una guerra cultural.
¿Quién tiene la atención de los educandos? Profe, ¿ya sabes contra quién compites para mantener la atención de tus alumnos? Cavilemos en figuras como presentadores y conductores de programas de entretenimiento, monologuistas (standuperos), videoblogeros, personajes influyentes o influencers; agreguemos podcast varios, canales de música, páginas de pornografía, plataformas de contenidos como series y películas; cuyos responsables administradores consideran que compiten contra ellos mismos y el sueño de los usuarios; sigan la cuenta con todas las redes sociales; pero coronemos esta retahíla de distractores posmodernodemocratidesasosiegoidiotizadores con todos los recursos que tú mismo usas dentro de tu hora clase como programas de presentaciones y las plataformas escolares que tanto les gustan a nuestra autoridades académicas porque, ¡hay que estar en la “vanguardia”!
Ya se dijo que exceso y defecto son malos, pero ¿a caso se requiere mucho como para dar una clase?… que yo recuerde sólo se requería un enseñante y un aprendiente.
-¿Profe Sócrates, me deja ir al baño?
-¡Anda ve, Platonsito, pero no te lleves tu móvil, que te da por tardar mucho y luego como que alucinas a colores!
AÑOS DESPUÉS.
-¿En qué me quedé?, se me fue la idea, ¿me ayudas, Aristóteles?
-Precisamente hablaba usted, profe Platón, del mundo de las ideas, pero a la vista está que se distrae fácilmente.
FIN.
Y yo, profe, ternurita, que pongo o permito una tableta u ordenador personal entre los escolares y menda… estoy con eso logrando no sólo dos cosas, como quitarme autoridad y sabotearme para que la referencia y atención la tenga, no del todo tal vez, pero sí que sustancialmente, un programa informático y una quincalla electrónica, que son además los conectores de los antes mencionados quienes compiten por la atención de los que nos interesan.
¿Dónde nos colocamos prudentemente para recuperar atención y con más de ésta ganar en autoridad y respeto?
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