Dr. José Rafael Baca Pumarejo / Dr. Daniel Cantú Cervantes /
Dr. Arturo Amaya Amaya / Dr. Vicente Villanueva Hernández
Ser docente en la actualidad, en específico en la educación superior y en México, reviste un reto de proporción considerable. Constituye un desafío más allá de la disciplina que se imparte y la especialización que se tenga, porque debe de tener un conocimiento de las características presentes en el capital humano que se recibe período a período en los programas que se imparten en nuestras universidades.
Se enfatiza en México y se refieren a esos atributos porque a la educación superior en nuestro país la matrícula no llega con un estándar esperado de los niveles educativos anteriores (IMCO, 2024). Con excepciones que se han de reconocer, el alumnado trae invariablemente niveles de habilidades y destrezas diferentes en las áreas del conocimiento; algunas excelentes y otras inexistentes (IMCO, 2022).
Al respecto Acosta (2014) en su obra crudamente describe los efectos que experimentamos los docentes en la educación superior:
“Se persigue dar más acceso es decir se trata de asegurar un lugar para los millones de niños y jóvenes que por lo menos durante la próxima década continuarán transitando de manera accidentada por los escalones del sistema educativo nacional y donde sólo 30 de cada 100 de los niños que 12 años antes iniciaron la escuela primaria, llegarán a la educación superior, y de esos, sólo la mitad logrará obtener un título universitario”.
Más adelante Vidal-Moscoso y Martínez-López (2016) lo expresan de una manera puntual y no menos preocupante:
“No obstante, si analizamos el contexto anterior de los estudiantes que ingresan a la universidad, es decir la educación básica y media superior, advertiremos que la problemática proviene de deficiencias no superadas en años anteriores. Evidencia de ello son los resultados obtenidos en la prueba internacional pisa, que evalúa el rendimiento de estudiantes de 15 años en las áreas o competencias de matemáticas, de ciencias y de lectura, donde México mostró un bajo desempeño de lectura; destaca así que, de los 65 países participantes, México se posicionó en el número 52”.
Y estos resultados no difieren mucho para los resultados de PISA 2018 (y los de 2022 ): En PISA 2018, los estudiantes mexicanos obtuvieron un puntaje bajo en el promedio OCDE en lectura, matemáticas y ciencias. Y estos resultados no reflejan los estragos causados al sistema educativo, por la pandemia COVID-19 donde la migración forzosa del formato presencial al formato en línea ha debilitado aún más el proceso de enseñanza aprendizaje de las generaciones que afrontaron esta crisis sanitaria.
Como lo dice analíticamente De la Torre (2021) en su estudio:
“México presenta severas limitaciones para dar continuidad al proceso enseñanza-aprendizaje y es uno de los países con mayores desigualdades que impactarían el desempeño educativo a raíz de los efectos de la pandemia. De los 33.6 millones de personas entre los 3 y 29 años que estuvieron inscritas al ciclo escolar 2019-2020, 740 mil no lo concluyeron, y no se inscribieron 5.2 millones de personas (9.6 % del total de 3 a 29 años) al ciclo escolar 2020-2021. Sobre los motivos asociados a COVID-19 para no inscribirse en el ciclo escolar vigente (2020-2021) 26.6% considera que las clases a distancia son poco funcionales para el aprendizaje; 25.3 % señala que alguno de sus padres o tutores se quedaron sin trabajo; y 21.9 % carece de computadora, otros dispositivo o conexión de internet” (Koehler, Mishra, & Cain, 2015).
Silvia Schmelkes (2020) da su escenario en cuanto a la educación superior y presenta una visión desastrosa de la caída de la calidad educativa superior durante la pandemia COVID-19.
Ante este panorama, el docente de educación superior debe de asumir con valentía y compromiso el reto de seguir educando a futuros profesionistas comprendiendo que su labor no solo se limita a enseñar su programa, sino que debe de concientizarse en la forma y estilo en que lo imparte a una juventud que azorada y desorientada viene con un aire de superviviente ante el ataque y aniquilación sistemática a sus niveles de cultura y academia por no sé qué fuerzas enemigas y oscuras de la nación.
Ante una época y ante una crisis que les tocó vivir y protagonizar, ellos no tienen más culpa que seguir la ruta de superación a la que tiene derecho a través de su educación (tal es el daño y nivel de aniquilación que refiere Schmelkes, 2021) que la población mexicana entre 24 y 65 años con un título de educación superior solo es del (17%) y está por debajo de hermanos latinoamericanos como Chile (23%), Colombia (23%), Costa Rica (23%) y Argentina (21%) (OCDE, 2018). Por lo que el docente debe de ser comprensivo de que esta juventud que le tocó formar ha luchado, se ha disciplinado, ha buscado y recibido el conocimiento de manera remedial y accidentada (Acosta, 2014) en sus niveles primario, secundario y preparatorio y es tanto su afán de superación que ha querido acceder a la educación superior.
Las universidades e institutos que imparten esta educación asumen y dan por sentado en teoría que el estudiante viene preparado con los niveles estándar en las áreas generales del conocimiento. Sin embargo, por lo descrito anteriormente, estas expectativas no son ni cercanas, por lo que la labor de los maestros conscientes debe de asumir el proceso de enseñanza aprendizaje con una actitud, aptitud, voluntad y compromiso que permitan reconstruir y retejer el tejido dañado o no acabado relacionadas con el conocimiento y capacidades que el estudiante traiga para afrontar la educación superior.
En este sentido, la labor que debería hacer el docente es propiciar la enseñanza de su programa pero utilizando estrategias diferentes que busquen fortalecer las áreas del conocimiento que adviertan débiles o inexistentes que su núcleo de conocimiento impartido sea el de su materia pero que de manera paralela y/o perpendicular se aborden técnicas que complemente y refuercen la apropiación del conocimiento y las destrezas faltantes por ejemplo como recomienda Emilio Lledó (Álvarez, 2018) debe de enseñarse usando más diversidad de evaluaciones cualitativas enriqueciendo el proceso de enseñanza aprendizaje con abrevar en la lectura de los clásicos, aplicar diversas técnicas docentes, incorporar nuevas tecnologías de forma creativa a la enseñanza (Martin-Vegas & Sesena-Gomez, 2023)(no solo para reproducir más eficazmente lo que se hacía en la enseñanza presencial), se debe de fortalecer el pensamiento crítico con preguntas integrales y sugestivas sobre el tema, que sean todo un reto al intelecto del educando, y darle la libertad de opinión y valorarla, el debate y el punto de vista reforzarlo o depurarlo, fomentar y apoyar las opiniones de nuestros educandos basados en los filósofos inmortales.
Se debe de inducir al estudiante al abordaje de proyectos que busquen resolver problemas de la vida real que hagan que el mismo le dé sentido y aplicación práctica a lo que aprendió. Si faltare comprensión lectora inducir formas de asimilar y comprender los párrafos conceptuales con técnicas convencionales o utilizando tecnologías (Lamri & Hamzaoui, 2018).
Debemos de robustecer el método de enseñanza al saber las fortalezas y debilidades que evidencian nuestros alumnos mediante una intensa labor de reconstrucción y complementación de sus habilidades, destrezas y conocimientos.
Con lo anterior estaremos librando la batalla de salvar y fortalecer más talento mexicano que nunca como ahora el país necesitará.
Referencias
Acosta, A. (2014). El futuro de la educación superior en México. Revista Iberoamericana de Educación Superior, 5(13), 91-100. doi:https://doi.org/10.1016/S2007-2872(14)71955-9
Álvarez, P. (28 de marzo de 2018). El ‘asignaturismo’, hacer exámenes continuamente, es la muerte de la cultura. El País, pág. Blog.
De la Torre, R. (2021). La educación ante la pandemia de COVID-19. Vulnerabilidades, amenazas y riesgos en las entidades federativas de México. Fundación Espinosa Rugarcía.
IMCO. (2022). Centro de Investigación en Política Pública 2022. Obtenido de PISA 2022: DOS DE CADA TRES ESTUDIANTES EN MÉXICO NO ALCANZAN EL NIVEL BÁSICO DE APRENDIZAJES EN MATEMÁTICAS: https://imco.org.mx/pisa-2022-dos-de-cada-tres-estudiantes-en-mexico-no-alcanzan-el-nivel-basico-de-aprendizajes-en-matematicas/
IMCO. (2024). Imco Centro de Investigación en Política Pública. Obtenido de https://imco.org.mx/pisa-2022-dos-de-cada-tres-estudiantes-en-mexico-no-alcanzan-el-nivel-basico-de-aprendizajes-en-matematicas/#:~:text=M%C3%A9xico%20es%20el%20tercer%20pa%C3%ADs,14%20en%20comparaci%C3%B3n%20con%202018.
Koehler, M., Mishra, P., & Cain, W. (2015). ¿Qué son los Saberes Tecnológicos y Pedagógicos del Contenido (TPACK)? Virtualidad, Educación y Ciencia, 6(10), 9-23. doi:https://doi.org/10.60020/1853-6530.v6.n10.11552
Lamri, C., & Hamzaoui, H. (2018). Developing ELP Students’ Reading Skills through a Blended Learning Approach. Eurasian Journal Of Applied Linguistics, 4(2), 389-407. doi:10.32601/ejal.464204
Martin-Vegas, R., & Sesena-Gomez, M. (2023). Technological tool for reading comprehension assessment of an argumentative text in Spanish as a native language. Texto Livre – Linguagem e Tecnologia, 16. doi:10.1590/1983-3652.2023.46444
OCDE. (2018). Programa para la Evaluación Internacional de Alumnos (PISA). Obtenido de Resultados México: https://www.oecd.org/pisa/publications/PISA2018_CN_MEX_Spanish.pdf
Schmelkes, S. (2020). La educación superior ante la pandemia de la COVID-19: el caso de México. Universidades(86), 73-87. doi:https://doi.org/10.36888/udual.universidades.2020.86.407
Vidal-Moscoso, D., & Manriquez-López, L. (2016). El docente como mediador de la comprensión lectora en universitarios. Revista de la Educación Superior, 45(177), 95-118. doi:https://doi.org/10.1016/S2007-2872(14)71955-9
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