¡Sin materia prima!

Lic. Gerardo E. Herrera Alba.

La receta para cocinar pavo al horno dice que para realizar un buen horneado de pavo, lo primero que hay que conseguir, es el pavo. Así un tanto con humor e ironía comenzaba la escenificación de algún chiste de cocina.

Aunque parece que nos lo tomamos a broma lógica, me gustaría notar en esta participación, lo carencia de estudiantes que sufre la sociedad mexicana actual. Tal parece que estudiar ha pasado de moda. Se acude a los centros educativos con la sensación costumbrista de ir a la escuela y sí… ya me voy explicando, pero antes una pregunta: ¿Cuántos de ustedes recuerdan ir con ilusión y nerviosismo al colegio y la universidad, con esa hambre de lograr una meta académica? Y claro está, el conocimiento de algo.

A riesgo de parecer anticuado y dar a entender como ‘lugar común’ que todo tiempo pasado fue mejor, he de señalar un cambio de mentalidad y más que nada de actitud para lo relacionado con el estudio y sin dar vueltas, no son las mismas. De diez años a la fecha aproximadamente he visto cómo las personas en el aula van mostrando una despreocupación y excesivo desinterés ante la búsqueda de la verdad, que debería estar implícito en la cotidianeidad  del ambiente escolar.

A diferencia de otros idiomas, la riqueza del español nos da referencia del “ser” y el “estar”, es decir, mientras que para otras culturas cuyas lenguas el “ser” y el “estar” se expresan con el mismo término –diferenciado sólo por el contexto-, en las culturas de habla hispana, no y no da lo mismo. Dicho en modo breve: en español no es lo mismo “ser” que “estar”, y aplicado al caso que nos atañe, en México, me atrevería a denunciar que ha diez años –más, menos- los individuos presentes en las aulas están pero no son. Estudiantes no lo son, en su gran mayoría.

Nos encontramos en un momento  –¡vaya!-  de cambios de mentalidad y actitud hacia la “ley del mínimo esfuerzo”. Sólo hay que echar un vistazo unos treinta años atrás y recordar como ejemplo, cuando de un aula con treinta o cuarenta educandos había tres notables o aplicados, cinco de mala conducta y el resto de la clase. En forma comparativa; hoy tenemos uno -máximo a dos- con aplicación, los mismos cinco de mala conducta y una restante masa fuera de sí, con la idea de morir antes que participar, decir que han entendido verticalmente con la mirada puesta en el horizonte de su fuero interno y sin algo que externalizar. Esperando el momento de… ¿qué sé yo?

Que conste, me estoy refiriendo a la materia prima que viene así de cualquier grado y no voy a ahondar en el cómo suscitar cambios, ni tratar el tema de la motivación o la comprensión de sus particularidades.  Simplemente, hoy día cuesta más lograr unidad en la actitud y la interacción, ni qué decir de la colaboración. Es así.

Tampoco pretendo hacer un tratamiento de lo que es estudiar ni de lo que debería ser un estudiante, más bien hoy sólo quiero señalar con cierta tristeza y a modo de alerta, una impresión que voy teniendo con mayor frecuencia, quiero dar clases, quiero dar y quiero formar, pero sólo hay continentes que no quieren contenido, cuesta más convencerles de la importancia del saber y del bien que pueden alcanzar con aumentar sus conocimientos. Carecemos de materia prima, de personas que quieran de verdad no sólo estar y de verdad ser estudiantes.


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