Rumbo al cambio, la vida después de la crisis por COVID-19

¿Qué hacer para crecer?

Lic. Cassandra Jacquelin De León Andrez.

El quehacer docente requiere del ser protagonista en la transformación educativa; contar con una serie de actitudes, aptitudes y habilidades que permitan cumplir con nuestra labor, permitiendo ir más allá del ser acompañantes en la construcción de conocimiento.

Es por ello que la búsqueda de estrategias para despertar el interés de los estudiantes se volvió una prioridad; asunto que no resulta fácil, mucho menos si se trata de la asignatura de historia; ya que en mi experiencia no a todos les entusiasma hablar de situaciones del pasado, por lo que frecuentemente suelo escuchar expresiones como: “¿Para qué hablar de eso si aún no había nacido?” o “eso ya fue hace mucho tiempo”.

Referente a esto puedo decir que hay temas que no resultan tan interesantes para mis alumnos y otros que si logran captar su atención; un ejemplo del segundo caso sucede en la asignatura de Historia de México; durante el análisis de algunas enfermedades nuevas que aparecían de la nada y en poco tiempo atacaban a toda una población, siendo capaces de atravesar fronteras pasando por epidemias hasta llegar a convertirse en pandemias transformando el destino de las personas que se veían afectadas por ellas.

Menciono esto pues tras abordar el tema en clase hablábamos acerca de la crisis que una nueva enfermedad provocaba y de lo mucho que se esforzaba la humanidad por sobrevivir, imaginábamos sobre el que hubiera pasado si en ese entonces se contara con la tecnología de la actualidad; especulábamos acerca de su sentir, pero no lográbamos dimensionar el terror y la preocupación de estar verdaderamente en riesgo.

Fue hasta el día 11 de Marzo del 2020, cuando los noticieros y el resto de los canales de difusión se llenaron de noticias escalofriantes anunciando que el brote de coronavirus COVID-19 se había convertido en una pandemia.

El miedo se apoderó de nosotros y el caos de las escuelas; acompañado de la incertidumbre y la necesidad de saber lo necesario para tomar las medidas pertinentes para no agravar la situación; nuevas preguntas surgían y algunas continuaban sin resolver y otras palabras comenzaron a formar parte de nuestro vocabulario; cansancio, confinamiento, contingencia, cubrebocas, daño pulmonar, distanciamiento, desempleo, dolor de cabeza, fiebre, pandemia, población vulnerable, victimas, tos, muerte…

Las actividades de la vida cotidiana se vieron gravemente afectadas; bajo la esperanza de una pronta solución; El planeta entero buscaba una alternativa al problema haciendo uso de todos sus recursos, las grandes mentes pusieron en pausa el resto de sus actividades y enfocaron toda su energía y atención en el bien de la humanidad.

Cada uno de nosotros aportaba su granito de arena con lo que le era posible, dando lo mejor de sí para salir adelante, juntos, como mexicanos, como sociedad, como continente…. como planeta.

En cuanto a la educación a casi dos años del cierre generalizado en las escuelas, los integrantes de la comunidad educativa nos vimos afectados de una manera desproporcionada debido a que no todos contamos con las mismas oportunidades, las herramientas o el acceso para seguir enseñando o aprendiendo durante la pandemia.

Lamentablemente para algunos de los estudiantes el cierre de las escuelas no se volvió una interrupción temporal de su educación; si no el final de la misma, como consecuencia de los grandes cambios que ocasionó la pandemia en cuanto a la manera en que se imparte la educación, debido a que la escuela y el hogar se llegaron a convertir en el mismo lugar; basada en una organización apresurada e insuficiente generando grandes dificultades presente en dos situaciones:

  • Grupo privilegiado: Contaban con el ingreso a la modalidad en línea, con facilidades como búsquedas en internet,  la posibilidad de imprimir el material solicitado, vistas virtuales a museos y conocimientos suficientes en el uso de las nuevas tecnologías.
  • Los desafortunados: Requerían de encontrar otras alternativas que impidieran que se atrasaran, afectando aún más a su economía, copeando todo en una libreta, sacando copias, llevando cuadernillos de tareas, recibiendo indicaciones por mensaje de texto, preguntando que pasó en clase si no contabas con internet, sin la oportunidad de asistir a una biblioteca o asistir a un museo.

Directivos, docentes y padres de familia, unimos fuerzas para no dejar de lado lo que hasta ese día nos podía salvar la vida…. La educación; pues se recalcó la importancia de la enseñanza de las ciencias y los valores, quienes nos permiten entender en mayor medida lo que está pasando y buscar una solución.   

No importaba si se trataba de educación básica o de educación superior pues existe el entendimiento que cada una es un escalón que nos acerca más al saber y que gracias a ella en estos momentos de incertidumbre y desesperanza podemos tomarla como un refugio para salir adelante.

Tras el retorno a las aulas, a los maestros nos toca llenarnos de valor, para contener a nuestros alumnos, acompañarlos en el miedo y la incertidumbre, entender lo difícil que era para ellos permanecer encerrados, sin ver a sus amigos, sin salir a hacer ejercicio o conocer un lugar nuevo, aprender en casa, realizar búsquedas en internet, perderle el miedo a la tecnología, a ser visto tras una pantalla.

El paso a la virtualidad y la llegada a la presencialidad representó un cambio muy brusco para todos; exigiendo nuevos ajustes en la labor directiva y docente para continuar los procesos de aprendizaje y contrarrestar los efectos educativos que la pandemia dejó.

Puede que no haya una solución milagrosa para responder a las nuevas necesidades educativas y la búsqueda de soluciones objetivas y coherentes; pero si podemos encontrar algunas alternativas para dar solución a las exigencias que el sistema requiere, dentro de las cuales podemos encontrar:

  • Garantizar la modalidad presencial y aceptar la llegada del modelo híbrido: con estrategias específicas para alcanzar y apoyar a todos los estudiantes, inclusive los de grupos menos privilegiados, adecuándose a sus necesidades y aprovechando al máximo sus recursos.
  • Reintegrar a los estudiantes y prevenir el abandono escolar: Posterior a  la interrupción escolar prolongada la reincorporación de los estudiantes requiere de atención con la participación de actores más allá de la escuela, incluidas las organizaciones comunitarias, familias, docentes y tutores mediante planes de comunicación interactiva.
  • Proporcionar una vía para el éxito del aprendizaje: Cuantificar las pérdidas de aprendizaje en las asignaturas elementales (matemáticas y lengua) utilizando tanto evaluaciones formativas continuas, como evaluaciones acumulativas en los años de transición entre grados.
  • Culminar con el aprendizaje inacabado: Mediante la formación de grupos pequeños de alumnos que requieran tutoría de alta intensidad para frenar las pérdidas de aprendizaje centrada en las habilidades básicas (matemáticas y lengua) ajustando la instrucción al nivel de competencias de cada alumno, es decir, enseñar al nivel adecuado  (la tutoría virtual puede ayudar a reducir los costos).
  • Adecuación de planes y programas: En el diseño de un plan eficaz y coherente que permita recuperar el aprendizaje; evaluable y objetivo con sustento pedagógico adaptable para maximizar el tiempo de aprendizaje con planes de estudio simples que justifiquen la concentración en menos asignaturas.  
  • Estrategias de evaluación y aprendizaje: Con ayuda de programas específicos que incluyan una combinación de enfoques de instrucción (como el aprendizaje acelerado y la instrucción adaptativa) durante los recesos escolares.
  • Capacitación docente: En este proceso es fundamental la presencia de docentes preparados y un uso eficaz de la tecnología.
  • Contenido digital: Mediante el aprovechamiento de oportunidades de aprendizaje digital y sistemas educativos transformados que los ayuden a superar futuros desafíos.  

Ahora bien; pese a la dificultad que la nueva normalidad apremia, nos corresponde salir adelante; pues la llegada de la presencialidad y el ritmo acostumbrado de funcionamiento no es tarea fácil, se requiere de contar con todas estas herramientas necesarias para volvernos los protagonistas de la transformación educativa que el sistema necesita.

Por ahora, como docente de Historia puedo decir que mi objetivo al impartir la asignatura es hacerles saber que se requiere conocer el pasado para entender el presente y así construir nuestro futuro. 


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