Dr. José Rafael Baca Pumarejo
Un escenario clásico en los procesos de enseñanza aprendizaje se define al considerar esencial que la tarea del docente se lleve a cabo en condiciones óptimas, es decir que el ambiente sea en todos los aspectos favorables al dinamismo de la enseñanza y aprendizaje; sin embargo si estas condiciones no son las apropiadas, el verdadero docente buscará la manera de adaptarse y bajo estas circunstancias, su profunda vocación y su ideal formador emerge con una segura convicción, para entregarse a preparar nuevas generaciones en las disciplinas que imparte. En este sentido, se puede reflexionar que el trabajo docente ideal debe de estar, tal como mencionan Torres Rivera et al (2014): En ambiente saludable, productivo y satisfactorio y en ello concursan los factores institucionales, los relativos a la materia y las características de los grupos. Los institucionales son la infraestructura y el ambiente organizacional. Las materias implican los objetivos de enseñanza, y los atributos del grupo serían los conocimientos previos, y el compromiso con las actividades académicas.
Estas condiciones “normales” fueron afectadas por una variable exógena que a nivel global ha causado un cambio en todos los órdenes del quehacer humano: la Pandemia COVID-19. Y esta irrupción, impactó el ambiente de aprendizaje por dos razones esenciales:
Porque la calidad de la interacción que establece el profesor con los alumnos es medular para la evaluación que el profesor hace de su ambiente laboral (Howard &Frink, 1996), y porque los estudiantes identifican en la interacción al buen docente, su claridad y preparación de la clase, y su capacidad para mantener relaciones respetuosas y su entusiasmo (Rugarcía, 2001).
Y se puede decir que la interacción representa una mutua influencia que gira en torno a la satisfacción tanto del alumno como del docente y forma un círculo virtuoso en un ambiente de aprendizaje ideal, porque aseguraría un nivel óptimo de la calidad en la enseñanza.
Y en este escenario pandémico las reflexiones acerca de las investigaciones en este tema ponen énfasis en la motivación del docente, quien es uno de los actores clave en el proceso de enseñanza-aprendizaje porque no se pueden pasar por alto las configuraciones político-sociales, existenciales y culturales que activan el interés del docente en cada período, es decir, cada ciclo en el que su labor contribuye a la preparación de nuevos profesionales mediante la impartición de su asignatura. En este sentido, para cada periodo estas configuraciones plantean una cambiante realidad, por ejemplo: semestre a semestre el cambio tecnológico rebasa a cualquier institución educativa, los impactos de las variables exógenas son tan dramáticas que justo hoy ante la pandemia COVID-19 se ha experimentado un cambio a marchas forzadas y contra reloj del convencional formato de enseñanza presencial por el formato de enseñanza en línea, para no interrumpir los procesos de preparar las nuevas generaciones de profesionistas (Kay, McRae, & Russell , 2020).
Y en el centro de este escenario está el alumno, a quien se dirigen todos los esfuerzos y afanes que una institución educativa realiza para el bien de la sociedad y del país. Y en este panorama se refrenda la vocación del docente, arraigada en lo más profundo de su espíritu, para asegurar una enseñanza acorde a niveles de aprendizaje que el mismo se ha planteado como meta, este objetivo es la genuina aportación que un maestro hace para el ciclo de la enseñanza que le ha tocado impartir. Esta vocación imbuida es la fuerza para enfrentar cualquier nociva variable exógena que afecta al proceso educativo, en la circunstancia de una repentina y forzosa migración al formato educativo en línea (Cohen, 2020). En la crisis sanitaria la vocación docente mantendrá su leitmotiv a pesar de una toxicidad institucional evidente o simulada, a pesar de una inequidad social que tiende a desalentar en los alumnos el ansia de logro y aspiración, a moverse en ascenso en la comunidad; a pesar también de los retos personales como la economía familiar, la salud, el estado emocional afectado por la emergencia sanitaria, o más aun la pérdida de seres queridos. A pesar de todo ello, la vocación docente le deberá asegurar una sólida motivación para entregarse a su labor y asumirá con pasión aprender, capacitarse y transformarse de manera continua en la apropiación de las nuevas tecnologías que le permitirán seguir impartiendo su cátedra en línea, esto con el objetivo superior de conservar la antorcha de su misión existencial: ser un guía digno para preparar con cabalidad a las nuevas generaciones que acuden y confían en nuestras instituciones educativas, aún en las condiciones de la pandemia (Saxena, 2020).
Así mismo para ejecutar esta misión con eficacia, el docente debe de abordar la tarea de optimizar su desempeño, de atender las peculiaridades del alumno, y esto lo habrá de lograr depurando sus estilos de enseñanza que han de buscar embonar con los estilos de aprendizaje que manifiesten sus nuevos grupos virtuales (Castellá, Comelles, Cros y Vilá, 2007; Martínez Geijo, 2007). Ante esta realidad se esperaría que idealmente el aula virtual, continúe el ritmo productivo, y en este objetivo las instituciones educativas han incursionado en un nuevo proceso de enseñanza-aprendizaje y varios elementos pueden ser incorporados por los docentes (Atiles, Almodóvar, Chavarría , & Dias, 2021).
Y en este nuevo escenario de la educación superior, se han rescatado conceptos que habían sido usados por algunas instituciones latinoamericanas representados por elementos de la escuela Prusiana donde la organización, el compromiso y la disciplina forjaron los albores del eficaz sistema educativo alemán, en este sentido, el docente buscará adaptar sus estilos de enseñanza a los estilos de aprendizaje de sus alumnos, esta interacción se logrará en el ambiente de educación 100% en línea, si desde un principio mediante reglas claras, objetivos bien planeados, materiales bien diseñados y pertinentes con los objetivos; el profesor establece un ambiente de aprendizaje concreto y predecible para el alumno. Estos elementos contribuirán a mantener un elevado nivel de comunicación que asegure un respirable ambiente democrático acompañado de una estructura sistemática. Lo anterior implica que los alumnos deberán estar convencidos, concientizados e inducidos en una nueva modalidad de aprendizaje que les sugiera corresponder con un recíproco espíritu de actitud, aptitud y disposición para afrontar este reto que representa el proceso de enseñanza-aprendizaje a través de las TIC (Cohen, 2020). Con un acuerdo entre estudiantes y docentes, bajo el espíritu democrático pero a la vez prusiano en su concreta estructura y organización, se establecerán las condiciones que conduzcan a los estudiantes a ajustarse a lo que se espera de ellos aún en un ambiente virtual. A este fenómeno se le denomina “efecto Pigmalión” que Rodríguez Espinar (1993:369) lo describe citando a Goethe (“tratemos a los demás como si ellos fueran los que debieran ser y ayudémosles a convertirse en lo que son capaces de ser”) y nunca como ahora ante las circunstancias críticas que vivimos los docentes debemos de poner en práctica el espíritu de Goethe.
Referencias
Atiles, J. T., Almodóvar, M., Chavarría , A., & Dias, M. J. (2021). International Responses to COVID-19: Challenges Faced by Early Childhood Professionals. European Early Childhood Education Research Journal, v29 (n1), p66-78. Obtenido de http://www.tandf.co.uk/journals
Castellà, J. C. (2007). Enterder(se) en clase. Las estrategias comunicativas de los docentes bien valorados. Barcelona: Graó.
Cohen, E. (2020). Teachers’ Practices of Care as Acts of Social Responsibility during the COVID19 Pandemic., (págs. 22-34). Seattle.
Howard, J., & Frink, D. (1996). The effects of organizational restructure on employee satisfaction. Organization Management, 21(3), 278-303.
Kay, J., McRae, N., & Russell , L. (11 de june de 2020). Two Institutional Responses to Work-Integrated Learning in a Time of COVID-19: Canada and Australia. International Journal of Work-Integrated Learning,, 21 (5 ), p491-503.
Rodríguez Espinar, S., Álvarez, M., Echeverría, B., & Marín, M. (1993). Teoría y práctica de la orientación educativa. Barcelona: PPU.
Rugarcía, A. (2001). Hacia el mejoramiento de la educación universitaria (2a ed.). Puebla: Trillas.
Saxena, P. (2020). Reimagining and Reconstructing Educational Policy in the Wake of COVID-19., (págs. 56-78). Seattle.
Torres Rivera, A., Badillo Gaona, M., Valentin Kajatt, N., & Ramírez Martínez, E. (2014). Las competencias docentes: el desafío de la educación superior. Innovación educativa, 14(66).
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