Género y equidad en las aulas: saberes necesarios para la educación del futuro

Mtro. Diego Isidro Díaz Pérez

En el panorama educativo del futuro, los temas de género y equidad se erigen como pilares fundamentales. Las necesidades actuales de la sociedad demandan un profundo replanteamiento de los saberes necesarios para crear una sociedad más justa y equitativa.

En primer lugar, considero crucial desarrollar en el estudiantado una conciencia de género que vaya más allá de las dicotomías patriarcales europeas; los y las estudiantes deben comprender que el género es una construcción social que ha cambiado a lo largo del tiempo y que merecer ser revisada y criticada constantemente. La conciencia de género no sólo amplía la comprensión del mundo y de la historia de las sociedades, sino que también fomenta la empatía y el respeto hacia experiencias diversas.

La educación del mañana debe abordar dentro de sus contenidos la promoción de la equidad y de los derechos fundamentales de los seres humanos como son la libre expresión y la no censura. Las y los estudiantes deben aprender sobre los movimientos históricos que han luchado por la equidad de género, los derechos de las mujeres, así como los derechos de las personas homosexuales y no binarias. De igual forma, temas como el patriarcado y las estructuras de poder con un pasado colonial, así como cualquier lógica que perpetúe la discriminación y la desigualdad deben ser tomadas en cuenta y criticados en las aulas. La igualdad de derechos no es sólo una cuestión de justicia, sino también un factor crucial para el desarrollo humano el progreso social.

En esta misma línea de reflexión, es necesario incorporar los estudios de género en la escuela para fomentar la reflexión y el pensamiento crítico sobre cómo el género influye en todos los aspectos de nuestras vidas, es decir, en los aspectos privado, públicos y políticos. La ciudadanía del futuro debe comprender que el género es un lente a través de la cual se estructuran las relaciones de poder en la sociedad, y que mediante un análisis profundo de estas dinámicas podemos aspirar a una sociedad más justa.

La educación del futuro debe priorizar la prevención de la violencia de género. El estudiantado debe aprender sobre los diferentes tipos de violencia que afectan a las personas según su género, así como también sobre las estrategias y políticas públicas para prevenir y abordar esta violencia. La educación en este sentido no sólo tiene como objetivo proteger a las víctimas, sino también transformar las actitudes y comportamientos que perpetúan la violencia de género; asimismo, enseñar los tipos de violencia es esencial para dejar de reproducir las lógicas tradicionales de violencia arraigadas en nuestra sociedad.

Otro saber necesario, como comunidad latinoamericana y caribeña, es el reconocimiento de los feminismos de esta región como una herramienta para criticar muchos de los aspectos ya mencionadas, así como nuestra historia y la reproducción de lógicas patriarcales; es importante reconocer los aportes de las mujeres negras e indígenas dentro de las diferentes áreas del conocimiento que se ha desarrollado en estos lugares.

Establecer una epistemología como la anterior nos permite criticar el colonialismo y la colonialidad en la región, y las estructuras de poder todavía vigentes. Este tipo de conocimiento no eurocentrado nos permite valorar los saberes ancestrales, populares y comunitarios, criticar nuestra historia para crear un diálogo más horizontal entre nosotros y nosotras para reconocer que nuestras experiencias son válidas e importantes dentro de esta realidad.

Comprender estas epistemologías de liberación y reaprender varios practicas de nuestras vidas diarias nos ayuda a entender la opresión hacia las mujeres y las personas no heterosexuales en América Latina y el Caribe.

Estos saberes epistémicos aportan a la crítica hacia otras formas modernas de opresión como el capitalismo, el patriarcado y la destrucción del medio ambiente, aspectos que no pueden escapar de ser abordados en clase de cualquier nivel educativo.

Si bien, es importante destacar que la educación no es el único espacio donde se deben trabajar estos temas, otros espacios serían la casa y el trabajo; es necesario un esfuerzo conjunto de varios sectores de la sociedad para lograr una sociedad más equitativa.

Para concluir, la educación del futuro en materia de género y equidad de género debe ser integral, crítica, inclusiva y transformadora. Los saberes necesarios para abordar estos temas van más allá de la mera transmisión de conocimientos, implicando un compromiso activo con la justicia social.


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