
Lic. Cassandra Jacquelin de León Andrez
La adolescencia es una etapa compleja, llena de desafíos, incertidumbres y transformaciones, pero también de oportunidades. Si hay algo claro es que los adolescentes, en su esencia, desean participar, expresarse y dejar su huella en el mundo. A menudo, se enfrentan a un conflicto interno: quieren involucrarse, pero no siempre saben cómo hacerlo. Y, por si fuera poco, muchas veces los adultos (y entre ellos, nosotros, los docentes) no sabemos cómo integrarlos de manera efectiva.
Una frase que siempre suena en mi mente es “la creatividad compensa la falta de experiencia”. La dijo Albert Einstein, un sabio cuyas palabras siguen siendo relevantes hoy en día. Es tan cierta como que las hormonas de los adolescentes parecen tener vida propia. La creatividad, esa chispa mágica que siempre se enciende en los momentos más insospechados, es la clave que nos permite conectar con los jóvenes. Porque, aunque nos lo nieguen, sí, ellos tienen un universo de ideas esperando a ser explotadas, pero necesitan de la estimulación adecuada para liberar ese potencial la creatividad puede superar las limitaciones de la experiencia en ciertos casos.
Adolescentes. Desean Participar, pero… es innegable que los adolescentes tienen una necesidad visceral de ser escuchados y de participar en su entorno. El problema es que muchas veces no saben cómo hacerlo, y en su afán de encajar o ser validados, terminan retirándose en silencio o expresándose de maneras un tanto… erráticas. Esto genera un desafío para los docentes, que nos encontramos en medio de este torbellino emocional. Un día los ves lanzando una discusión acalorada sobre algo completamente fuera de contexto, y al siguiente están sumidos en un mar de dudas sobre algo tan trivial como qué ropa ponerse al día siguiente.
El Desafío de Integrarlos
Creatividad al Rescate: La creatividad es el lenguaje que muchos adolescentes entienden perfectamente, aunque no siempre lo demuestren de manera convencional. Son capaces de armar proyectos fantásticos si se les da la oportunidad de ser creativos y expresarse sin restricciones. Sin embargo, la gran pregunta es: ¿cómo lo logramos? ¿Cómo crear un ambiente en el que los jóvenes no solo se sientan cómodos participando, sino que también puedan ser los protagonistas de su propio aprendizaje?
Aquí entra el desafío. Como docentes, no siempre sabemos cómo activar esa chispa de participación de manera efectiva. A veces intentamos usar métodos tradicionales que no encajan con la naturaleza inquieta y dinámica de los adolescentes. La clave está en estimular su creatividad, en permitirles experimentar, en darles espacio para que exploren sin temor al fracaso. Si les ofrecemos oportunidades para crear, descubrir y proponer, ellos se convertirán en actores activos de su proceso educativo.
La Necesidad de Estimulación:
Más Allá de la Tarea Tradicional: Los adolescentes son como esponjas creativas: absorben todo lo que les rodea, pero requieren ser estimulados adecuadamente. Si no les damos algo que despierte su interés o que los desafíe a pensar de manera diferente, rápidamente se desinteresan y se desconectan. ¿Cómo lo logramos? Con proyectos innovadores, actividades que rompan la rutina, y, sobre todo, con mucho humor y frescura.
Recuerdo que en una de mis clases, un estudiante con el que nunca había logrado conectar se acercó un día después de la clase y me dijo: “Profe, ¿usted ha visto el último meme de ese video viral?” Al principio pensé que era una distracción, pero al final resultó ser una conversación valiosa sobre cómo los adolescentes interpretan el mundo a través de las redes sociales. De repente, lo que parecía una charla trivial se convirtió en una profunda reflexión sobre la cultura contemporánea. Esto es lo que necesitamos hacer, conectar con ellos desde su realidad.
Un Enfoque Humanista y Comunitario
Los adolescentes no solo son mentes en desarrollo, sino también seres humanos en busca de sentido y pertenencia. Necesitan saber que su voz tiene valor, que pueden ser parte de una comunidad, que sus emociones y preocupaciones son tomadas en cuenta. Este enfoque humanista no solo está enfocado en los conocimientos académicos, sino en el bienestar emocional y social de los estudiantes.Un enfoque comunitario, se refiere a la creación de un ambiente en el que los jóvenes se sientan parte de algo más grande que ellos mismos. En sus momentos de recreo, cuando conversan sobre la salida del fin de semana o se entristecen por la falta de alguno de sus amigos, están demostrando su necesidad de pertenecer y ser escuchados. Y, como docentes, debemos encontrar formas de integrarlos en este proceso de aprendizaje, de brindarles un espacio donde puedan expresarse y crecer.
Crear con Ellos, No Solo para Ellos
Integrar un enfoque crítico, humanista y comunitario en la educación secundaria es esencial para desbloquear el potencial de los jóvenes. Los adolescentes poseen una creatividad innata que, si se canaliza adecuadamente, puede potenciar su aprendizaje y desarrollo. Para lograrlo, debemos proporcionar espacios donde los estudiantes se sientan seguros y motivados para compartir y participar activamente.
- Fomentar la colaboración en proyectos: Promover proyectos grupales y colaborativos permite a los estudiantes compartir ideas, resolver problemas juntos y aprender de otras perspectivas. Los proyectos interdisciplinarios, que combinan asignaturas como arte, ciencia y literatura, permiten explorar la creatividad de manera integral.
- Crear espacios de expresión libre: Es importante dedicar tiempo para que los estudiantes expresen sus ideas sin restricciones, ya sea a través de escritura, arte o música. También se pueden implementar “laboratorios de ideas”, donde los estudiantes puedan compartir soluciones creativas o debatir temas que les apasionen, promoviendo el pensamiento crítico.
- Implementar la gamificación: Introducir elementos de juego en el aprendizaje, como desafíos o competencias, puede incentivar la creatividad y resolución de problemas. Proyectos gamificados, como diseñar un videojuego o actividad interactiva relacionada con el contenido, también fomentan la colaboración y la creatividad aplicada.
- Escuchar y adaptar las inquietudes de los estudiantes: Ofrecer espacios de diálogo donde los estudiantes puedan expresar sus pensamientos y emociones es crucial. Incluir sus intereses personales en el currículo hace que el aprendizaje sea más significativo y les permite conectar con lo que están aprendiendo.
- Crear un ambiente de confianza y seguridad emocional: Los estudiantes deben sentirse libres de experimentar y equivocarse. Un ambiente de apoyo, donde las críticas sean constructivas y se validen sus emociones, les ayuda a desarrollar su creatividad sin miedo al juicio.
- Promover el aprendizaje basado en la experiencia: Involucrar a los estudiantes en actividades fuera del aula, como visitas a museos o talleres, les brinda nuevas perspectivas y les permite aplicar lo aprendido de manera práctica. Además, crear productos tangibles de su aprendizaje les ayuda a desarrollar habilidades creativas y aplicables.
- Fomentar la autocrítica positiva: La autoevaluación y la retroalimentación entre pares son esenciales para el crecimiento creativo. Los estudiantes deben entender que el proceso creativo es más importante que el producto final, permitiéndoles experimentar sin temor al error.
Al final, los adolescentes desean ser escuchados y participar activamente. Como docentes, debemos facilitar este proceso, brindando el espacio adecuado para que su creatividad florezca y se convierta en una herramienta poderosa en su desarrollo.

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