El pensamiento dirigido hacia la enseñanza

Dr. Jorge Gutiérrez Alfonzo

Se terminaron las clases con los alumnos regulares, se trabaja con los alumnos irregulares y se tienen algunas actividades para completar la jornada laboral. Se ha dejado de ir al salón, pero no así a la sala de maestros, en donde hay reuniones con las tres personas que están cubriendo horas interinas en el plantel.

Son dos mujeres y un hombre quienes conviven todos los días con los dos maestros de base de esa escuela. Son tres exestudiantes de la escuela que ahora prestan sus servicios como docentes interinos. Una de ellas tiene experiencia en docencia, trabajó en una escuela particular a nivel licenciatura. El hombre laboró en una escuela preparatoria. Dos son ingenieros: una en química y una en informática. Él es QFB. La profesora de informática realizó el examen para ostentar la plaza que cubre como interina. Días atrás, llegó triste porque según ella no era apta para la plaza. Ante su desazón, no se hizo esperar el apoyo de quienes participan en esas reuniones.

Todos le expresamos nuestro apoyo moral. Días después, en esas conversaciones matutinas, se le hizo notar que en ningún momento en el documento que se le envió se decía que no era apta; solo se precisaba que la puntuación obtenida no representaba para la SEP un compromiso para darle plaza. La alegría volvió a ella, era probable que nuevamente la contrataran para el próximo semestre, aun cuando no saliera a la luz pública la lista de prelación.

Los tres interinos nacieron en la década de los ochenta del siglo anterior. Dos de ellos fueron alumnos de uno de los maestros de base; una, por cierto, reprobó la asignatura y la pasó en examen extraordinario. De inmediato, recordó el momento cuando se enfrentó a su madre y le dijo que había reprobado una materia. La madre platicó con el profesor, y buscaron alternativas para poder solventar el problema. Tan lo subsanaron que ya no hubo necesidad de pagar el siguiente examen, que era el de recursamiento. La otra profesora exclamó: “¡Para mi mamá hubiera estado bueno! Ni pensarlo en reprobar, porque luego me decía: ‘Te voy a mandar con tu hermano’. No sé a quién le tenía más miedo, si al maestro de la materia en la que iba mal o a estar enfrente a mi hermano”.

El comentario no se hizo esperar: en esos tiempos sí se estudiaba (2004); solo se hacía el examen escrito, realizabas actividades, pero no te daban puntos como ahora. Tenías que hacer las actividades para contar con el derecho de presentar el examen. Eso era lo que valía, el examen. No había más que demostrar, en un momento, lo que sabias de las materias. ¡Estudiabas porque estudiabas!

Y lo que platicamos sobre las situaciones emocionales de los alumnos, eso, eso se le presenta a todos, desde que estudiábamos. Yo lo viví en carne propia, dijo la profesora Lizbeth, con un compañero de clases. Al unísono se escuchó: “¡Cuenta, cuenta!”. Y ella cual risueña como es, solo se agachó y dijo: “Bueno”. Y los cuatro que estaban en la sala de profesores pusieron atención: “Estaba yo en el salón de clases cuando llegó Martín, y me dijo: ‘Mirá qué hay en la mochila de Juan’. ‘Un…, dije yo. ¿Una pistola?’. ‘Sí, contestó Martín, y dijo que la va a usar si no le hacés caso. Que quiere ser tu novio. ¡Lo veo muy decidido!”, expresó.  “¿Y qué hiciste?”, le preguntaron los profesores, quienes la oían sin perder detalle. “Me vine a la dirección para hablar con la orientadora y a decirle que fuera a ver porque yo no quería que pasara algo por mi culpa. Lo bueno es que la mamá actuó a tiempo y lo llevó a terapias para que se le quitara esa idea de matarse. Después la mamá me buscó y me invitó a que fuera a una comida que le prepararon a él cuando terminó su terapia.¡No fui!, como iba a ir, si por mí estaba así”.

La conversación de los profesores hace obligatoria la pregunta: ¿Hay que repensar la enseñanza? Sí, pero se debe también repensar el aprendizaje. En la actualidad, cuando se dice que se aplicará un examen, el alumno no le da a ese momento la seriedad que debería tener; debe demostrar que sí se apropió del aprendizaje que se requiere para acreditar la materia. ¿Cómo se enseñaba antes de la pandemia? ¿Y cómo se enseñaba mucho antes de la pandemia? En la actualidad, pocos serán los profesores que seguirán utilizando la tecnología para la enseñanza; lo descartarán porque ya se estará al 100% de manera presencial. Habrán de decir: “¡Ya no tienen caso, las plataformas!”. Al fin, se volverá a escribir en el pizarrón. ¿Se impedirá que se use la tecnología para enseñar? Algunos padres de familia están de acuerdo con que no se utilice. “No es necesaria, dicen, solo ocasiona gastos. Los hijos gastan en puras recargas, y saber si las usan para aprender”.

La profesora Deysi tomó la palabra para referirse al examen que presentó para acceder a la plaza en la escuela donde está como interina. Dijo que es la segunda vez que se somete a esta evaluación. En la primera no alcanzó a estar dentro del número de plazas que ofrecieron de acuerdo con el lugar que ocupó en la lista de prelación.  Esta vez está segura de lograrlo, aunque la puntuación no le ayuda: tiene dos ceros. Uno en formación pedagógica. Si bien está titulada como maestra en educación, no había tramitado la cédula profesional. Tiene los conocimientos, pero no está registrada en la dirección de profesiones. No le pudieron dar ni la mitad de los puntos. ¿Así debemos tratar a nuestros alumnos en la actualidad? ¿Tajantes, como en los años anteriores? El otro cero se le asignó en el rubro de los cursos de actualización. No presentó ninguno porque no le dijeron que estaba dentro de lo solicitado, que eran parte del instrumento de evaluación ¿Quién o qué institución ofrece esos cursos? ¿Quiénes están autorizados por la Secretaría de Educación para impartirlos? No existe suficiente información sobre dónde se imparten cursos que sean válidos. Por lo menos en el nivel medio superior, no se sabe a dónde recurrir.

Con respecto al examen presentado en línea, nada referente a la práctica docente le preguntaron. Nada en relación con la secuencia, con la planeación, con la impartición de los conocimientos de su perfil. Todas las preguntas fueron sobre situaciones laborales y los artículos de la reforma educativa. ¿Qué tipo de docente se desea? ¿Docentes que sean 100% administrativos o docentes que intercambien saberes con sus alumnos?

No se puede evaluar situaciones, cada persona reacciona frente a un evento de acuerdo con su contexto. No porque se diga en la reforma así debe ser. ¿Que se sepa el artículo, aunque nunca se aplique? ¿Por qué no se evalúan, en los que desean ser docentes, los saberes? ¿Qué tipo de docentes se desea para enfrentar este reto de superarnos académicamente?

Como se mencionó líneas arriba, hay que repensar la enseñanza y el aprendizaje. Los dos van de la mano; si no se analiza una situación la otra parte no va a funcionar. Debe de existir el documento que indique los aprendizajes que se deben de tener para acreditar la materia, así como las actividades, y la forma de evaluarla de acuerdo con el instrumento adecuado, que ayudará a lograr lo que se pretende al inicio de cada etapa. Estas indicaciones son importantes, nada debe quedar bajo supuestos, todo debe decirse, qué material se va a utilizar, qué autores se deben analizar para que se esté acorde con el punto de vista del docente.

El docente debe hacer este trabajo antes de cada semestre o antes de cada ciclo escolar o antes de cada bimestre. Debe expresar a dónde se desea llegar y las herramientas que se necesitarán para lograr el objetivo. El alumno debe asimilar que debe moverse, que debe caminar del lugar en el que está a otro escalón, la palabra lo dice todo. Si es un escalón debe de estar en otro nivel. Y ese mover lleva consigo esfuerzo. El alumno desde el inicio debe visualizar hacia dónde se dirige y qué es lo que le va a servir de lo ofrecido por el docente. El alumno debe ser consciente de que es lo mínimo necesario para transitar por los escalones del nivel medio superior.

El padre de familia debe estar atento a lo que desea su hijo o hija, debe conocer también las actividades que él o ella va a realizar para acreditar las materias. Debe estar atento de las emociones, de los sentimientos de él, de ella, en qué momento el hijo, la hija, necesita la mano que le ayude a salir a flote.

Repensar la enseñanza es pensar en los tres actores principales de la educación. 


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