Mtra. Dolores Maribel Cantero Ramírez
Como punto de partida, definiremos bienestar como el estado de la persona cuyas condiciones físicas y mentales proporcionan un sentimiento de satisfacción y tranquilidad de quien lo busca.
En la educación es muy importante no solo el bienestar de los docentes como trabajadores sino también de los estudiantes, buscando siempre las mejores condiciones para favorecer el aprendizaje sin poner en riesgo a ninguno de los integrantes del proceso.
Como sabemos el hombre es un ser social por naturaleza y de ella obtiene su mayor aprendizaje, por lo que se vuelve vulnerable cuando se encuentra aislado, lo embarga el miedo.
Actualmente sucedió de manera masiva y nos damos cuenta de ello cuando leemos los resultados que la pandemia de COVID-19 ha dejado en nuestra población, secuelas que han hecho visible las diversas problemáticas que los afecta, desde un estrés hasta el aumento en las cifras de suicidio en adolescentes según cifras de la Organización Mundial de la Salud (OMS), esto generó una situación de alarma social y en la búsqueda de aquello que pudiera disminuir los efectos del prolongado encierro se priorizo el tan ansiado regreso presencial a las escuelas de una forma abrupta y falto de condiciones adecuadas para evitar el contagio, buscando que la sociabilización escolar logre el equilibrio emocional y disipe la angustia y sensación de soledad, sin poner atención a lo aprendido sobre como deberá cambiar nuestra forma de relacionarnos entre nosotros y ellos, mediante saludos a distancia y generando espacios vacíos no porque no se quiera estar sino porque no se debe, lo que genera una percepción de un salón casi desértico dificultando cada vez más la interacción presencial y virtual
Deseando que todos estemos con lo necesario para un aprendizaje realmente significativo, contrastando con la realidad. Una realidad falta de economía para una computadora y supliéndola con un celular y alguna recarga para una conectividad elemental, una salud precaria por secuelas de la pandemia las cuales van de un cansancio excesivo hasta terapias respiratorias afectando su desempeño escolar, esto es lo real, aprendiendo como sobrellevarlo en el aula virtual modificando nuestro que hacer volviendo al docente un motivador constante ante el creciente desanimo de los estudiantes.
Hemos y seguiremos aprendiendo a utilizar la tecnología disponible así como sus adecuaciones constantes, para favorecer a un cliente que aún no sabe cuáles serás los aprendizajes que necesita para un futuro incierto, lo único que se sabe es que todo ha cambiado hasta lo que deseamos, siempre soñábamos con tener un aula llena de estudiantes con el deseo de aprender, pero ahora buscamos una aula llena de estudiantes saludables capaces de una forzosa adaptación y una resiliencia puesta a prueba, esperando que los lleve a ver a la educación como una prioridad.
Es una tristeza para los docentes, que se crea que lo importante es la restauración de la economía dejando a un lado la preparación académica como algo que podría esperar para cuando se tenga la suficiente economía, tratando de olvidar lo sucedido durante 18 meses de inactividad escolar y creyendo que se podrá recuperar haciendo lo mismo cada día.
Para concluir podemos reconocer que seguimos aprendiendo y aunque la pandemia se volverá parte de nosotros nos enseñó que nuestra capacidad de aprendizaje es constante y que deberá fortalecer el hecho de que solos no podemos y que el trabajo en equipo nos prepara para lograr cualquier objetivo por más difícil que este nos parezca.
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