Dr. Jorge Gutiérrez Alfonzo
La segunda tarde de la última semana del mes de octubre, se dio la oportunidad de que el papá, la esposa, las hijas y los abuelos se reunieran en la mesa del comedor para degustar un tradicional pan de muerto, claro está, acompañado con chocolate natural, chiapaneco. Por esta región no se acostumbra este tipo de convivencia, pero los años que el padre vivió en el centro de la República hicieron que esta tradición pasara también a su familia.
Las hijas acogieron bien esta idea de compartir el pan en una tarde de otoño, en recuerdo de ese hábito heredado. El pan se saboreó gracias a que el fin de semana anterior llegó la sobrina que vive a 100 km de distancia, después de seis meses de no verse físicamente, y ella, sabedora de que les gustaba, hizo el esfuerzo de llevarlo. La tarde fue amena; entre anécdotas y risas, pasó el tiempo y lo sabroso del pan fue el centro de atención. Al papá le llamó la atención el nombre de la panadería. A su memoria llegó que esa panadería estuvo en el pueblo. Le comentó a su familia que hace 41 años dos personas llegaron ahí, procedentes de la Ciudad de México, en busca de una oportunidad para vivir. Eran novedad las conchas, las teleras, los bisquets entre otros tipos de panes que ofrecían. Pero las personas del lugar, en ese entonces, no estaban acostumbradas a consumir ese tipo de pan. Aquí se consumían batidas, sardinas (por ser esas latas las que servían de molde), pan francés. La panadería recién llegada no tuvo éxito, y la familia emigró a 100 km rumbo a la capital del estado. Ahí se consolidó y hoy ya cumple 40 años de estar funcionando.
¿Las oportunidades se buscan, o están ahí o simplemente llegan a uno? ¿Por qué aprovechar ese momento? Los momentos pueden ser de dos tipos: uno por necesidad y otro por satisfacción. En el primero siempre tiene que ver la cuestión económica; se buscan oportunidades para obtener mayor ingreso económico y esto se ve reflejado a mediano o largo plazo. Los de satisfacción son de manera personal; única y exclusivamente se hacen por el gusto de obtener o aprender algo, no existe recompensa más que la satisfacción que algún padre de familia o algún conocido te diga que los conocimientos que impartes en el aula a su hija le servirán y te agradece por ello, o el que te quieran conocer en persona para felicitarte por el buen desempeño que tuviste en el año que sus hijos recibieron clases contigo. En cada instante de tu vida se presentan momentos que se pueden aprovechar o simplemente los ves como el agua de los ríos. En el magisterio, es claro que no recibirás estímulos económicos por esos logros, sobre todo cuando llegaste al tope permitido. ¿Por qué aprovechar las oportunidades?
El actual gobierno empezó su gestión con un secretario de Educación que trabajó muchos años en el sector privado, en donde los méritos se recompensan de manera económica o con viajes familiares a lugares de la república mexicana. En el gobierno, este secretario pudo darse cuenta que hiciera lo que hiciera, se esmerara lo que se esmerara y aprovechara la oportunidad que se presentara, su sueldo mensual sería el mismo. ¿Para qué desgastarse? El mismo presidente de la república tiene la oportunidad de cambiar una reforma educativa más efectiva para los maestros y maestras de México, en sus manos tiene ese momento para dejar un sistema educativo acorde con su cuarta transformación. ¿Qué provecho puede tener? ¿Qué tan grande será su satisfacción? ¿O es que existen otros aspectos para no hacerlo? ¿Quién maneja realmente la educación en nuestro país? Así como el papá contó la historia de la panadería, así hizo el secretario de Educación, salió a buscar nuevos horizontes para satisfacer sus necesidades, que sin lugar a dudas pueden tener una intención económica. ¿Los docentes pueden darse ese momento? ¿Pueden salir a buscar algo mejor para satisfacer sus necesidades? ¿Se puede imaginar un momento oportuno ante una crisis de miedo?
El visualizar una oportunidad viene de un modelo empresarial; es necesario conocer tus debilidades, tus fortalezas y las amenazas, es un proceso a conciencia, se debe tener paciencia y seguridad en cada uno de los aspectos. Y sirve para sacar el mayor beneficio posible. Posicionar a la empresa y obtener más ganancias con ello.
Este tipo de análisis normalmente se hace cuando la empresa no camina como debiera según lo pronosticado. Se reúnen los jefes y trabajan en cada una de las áreas que debe mejorarse. De manera individual sería difícil hablar de aprovechar oportunidades, de observarlas. Los docentes no estamos educados para evaluarnos en cada uno de los ciclos escolares. Y tampoco lo hacen las autoridades educativas, ya no como se hacía antes. El motivo de que lo quitaran tuvo que ver con que ya no se puede participar en el bono al desempeño docente. Los docentes no estamos educados para realizar un análisis profundo de nuestras fortalezas y debilidades. Se puede decir que no nos conocemos en el trabajo que desempeñamos.
En la escuela se debió de reflexionar sobre las discrepancias que existían antes de la pandemia sobre la división del personal docente por ideas político sindicales. Aquellos que aceptaron la reforma del 2013 versus aquellos que se opusieron a la mal llamada reforma educativa. De esta discrepancia, algunos docentes del grupo a favor salieron beneficiados, ni eso pudo conciliar el compañerismo. La pandemia, y lo vivido en ella, podría ser suficiente para esta reconciliación, no fue así. Sigue el divisionismo. En el regreso a clases presenciales es notaria la diferencia entre docentes. Siempre en las decisiones de la dirección sale la contraparte. Es momento oportuno para no hacer triunfar al grupo que tiene el mando. ¿Obtendrán algún beneficio grupal o personal? ¿Aprovecharán este momento para estar cerca de su familia? La escuela da tumbos, no logra estabilizarse después de sucesos que pudieron perjudicar la captación de matrículas.
El padre de familia sentado en la mesa observaba el pan de muerto y meditó en la repartición. Contó los integrantes y pensó en la oportunidad para hablar sobre las fracciones, ya había contado la historia, faltó la cuestión matemática que es propicia en todos los instantes de nuestra vida. El papá dejó de abstraerse cuando la hija menor dijo: “abuelita, la próxima reunión se hará para comer calabaza, camote y yuca en dulce, decinos cuando será ese momento”. La pandemia nos dio la oportunidad de reunirnos de manera familiar para analizar los momentos difíciles que se vivían, ya sea a nivel nacional, conocidos por medio de las noticias de la televisión o a nivel estatal mediante el periódico o a nivel local con los rumores de la gente.
¿Dónde estará la oportunidad de que cambie la vida? ¿Para qué cambiarla? Los docentes que tuvieron la posibilidad de aprender, en esta pandemia, lo hicieron porque esperaban un tiempo para mejorar; los que no vieron en este receso obligatorio la oportunidad de saber más, quizá ya no la tendrán en otro momento.
Este receso quedará marcado en la vida escolar de cada uno de los miembros de las escuelas oficiales y particulares. Hoy queda la oportunidad para algunos trabajadores de construirse desde sus hogares. Otros tuvieron que cambiar de escenario para no dejar de llevar el sustento a la casa, o bien, para incrementar sus ingresos económicos, muchos docentes ya no quieren regresar a dar clases presenciales, existen también muchos alumnos con esa idea. Se acoplaron a las circunstancias que se están viviendo y ellos observan un buen momento para llevar a cabo los proyectos que quizás tenían ya años en el tintero. No se sabe a ciencia cierta si son oportunidades o son momentos propicios de satisfacción, solo el tiempo y la situación económica lo dirá; mientras, sigamos con la pregunta: ¿dónde estarás?
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