Dr. Jorge Gutiérrez Alfonzo
La reunión de academia programada para el día 15 de junio se cumplió, como casi todo en esta vida. Los compañeros que viven a más de cuatro horas de distancia llegaron con sus maletas por si era necesario quedarse un día más; los que viven a dos horas, como lo hacen siempre. La indicación había sido que los alumnos que presentarían exámenes extraordinarios lo hicieran de manera presencial. Una inquietud era cómo se seguirían las indicaciones sanitarias en los salones de clases: ¿cómo agrupar a 45 alumnos en grupos de 15, cuando se tienen 15 grupos? Ese día, la instrucción cambió: nadie debía realizar exámenes extraordinarios en la escuela. La pregunta surgió de inmediato: ¿cómo ponerse en contacto con los alumnos, si reprobaron porque nunca pudieron ingresar en la plataforma educativa y nunca contestaron los mensajes de WhatsApp? Se acordó buscarlos por medio de sus compañeros que estuvieron en comunicación con los docentes.
¿Por qué se cambió la indicación? La respuesta se obtuvo al conocerse que se había incrementado el número de personas contagiadas en las escuelas que decidieron regresar a clases presenciales. Y este ascenso en el porcentaje de contagios se percibe en la región. El diario que se vende en la cabecera municipal indica que la clínica del ISSSTE de Comitán, habilitada como centro COVID, se encuentra a su máxima capacidad. Entonces ¿cómo dar seguimiento a los alumnos que no tuvieron conectividad durante el semestre? ¿De qué adolecen? ¿Falta de internet? ¿Falta de tiempo? ¿Sin deseos de aprender? ¿Falta de pericia para entrar y enviar trabajos por medio de la plataforma?
La experiencia en este confinamiento ha mostrado que existen alumnos que encontraron en la modalidad en línea una nueva manera de estudiar y de desempeñar un trabajo. Hubo quienes pudieron acoplarse para tener un desempeño aceptable en cada una de las materias. Los hubo quienes, con la posibilidad de conectarse a Internet, por algún motivo, no entraron a las clases, no entregaron las actividades y por ende su desempeño no fue el suficiente para acreditar el semestre. Un tercer grupo está compuesto por aquellos que no tienen el mínimo interés en realizar las actividades y por ende no concluir su formación en el nivel medio superior.
Y es aquí en donde el padre o madre de familia debe de saber en qué grupo se encuentra su hijo o hija. Debe ser el primero o primera persona en acompañar al estudiante para que este logre los aprendizajes esperados. Es en casa donde se debe observar el comportamiento del joven. ¿Cuántos padres de familia saben cómo esta su adolescente en la escuela? ¿Cuántos creen que el maestro es el problema? ¿Cuántos padres o madres de familia están dispuestos a ir a decirle al maestro que pase a su hijo al siguiente curso? La situación es difícil y complicada. El acompañamiento es tripartito. El padre, el docente y el mismo alumno con su objetivo en mente. El estudiante debe saber el objetivo que persigue al estudiar el bachillerato. ¿Por qué está estudiando y para qué? Al saber eso, el acompañamiento de los otros dos actores será un complemento para lograrlo.
En la reunión de academia se previó qué se haría con los alumnos que están inscritos y cómo habría de tratarse a los alumnos de nuevo ingreso. Para los primeros, se analizó el desempeño de los alumnos aprobados y se cuestionó si se habían alcanzado los aprendizajes esperados. Las estadísticas ayudan a tener una valoración del aprovechamiento escolar. Para conocer si se alcanzaron los objetivos académicos, se propuso realizar un diagnóstico sobre los contenidos expuestos de manera presencial; además, se determinó qué alumnos deberían tener el permiso de los padres para llegar a la escuela a recibir asesorías. El permiso quedaría otorgado al momento de que se firmara el documento de corresponsabilidad. Otra situación que se acordó fue preguntarles a los alumnos quiénes tienen acceso a Internet y a qué complicaciones se han enfrentado al trabajar en la plataforma. Con estos datos se pretende reducir el número de alumnos que debe asistir a la escuela y así poder agruparlos en pequeños grupos para recibir las asesorías presenciales.
Con los alumnos de nuevo ingreso, se pretende que opten por las clases en línea; se les solicitará la información sobre las condiciones de conectividad de la que podrían disponer y se les interrogará sobre la experiencia que tienen en el uso de las plataformas educativas y cuál dominan más. En relación con los contenidos que deben ser apropiados por los alumnos, en el bachillerato, se batalla con la aritmética.
Somos conscientes de que, para esta generación, será más difícil tener el dominio de esos contenidos, por cómo egresaron del nivel anterior y por la manera en que se les atenderá. Como todos los años, el examen de admisión será el que sirva como diagnóstico: de ahí, se trabajará el material para el curso de inducción, en donde además de las asignaturas que solicita la secretaría se agregará la de tecnología, con el fin de dar a conocer a los estudiantes las plataformas que se utilizan en la escuela y la manera en cómo deben subir los trabajos y realizar la retroalimentación.
Sabemos que estos jóvenes vienen de una situación difícil, debemos ser empáticos. Los padres de familia y los alumnos deben entender también que las clases presenciales ya no serán igual que antes, ya no. Por lo menos en este inicio del ciclo escolar. Aquí, el alumno tendrá que ser quien lea, observe y realice las actividades, el docente solo asesorará, guiará y moldeará los aprendizajes. Si el alumno se encuentra en comunicación con los docentes, seguramente, llevará un acompañamiento acorde con los objetivos que persigue. Es importante en esta etapa que se está viviendo, un acompañamiento no solo académico sino también emocional. No dejar solo al muchacho o muchacha con los problemas que está situación genera; que se comprenda que lo que está pasando afecta, en primer lugar, su vida y, en segundo lugar, lo académico. No hay aprendizajes si no hay vida.
Al finalizar la tercera reunión de la academia local, la última del ciclo escolar 2020-2021, los docentes estuvieron de acuerdo con prestar atención a los alumnos que deseen recibir asesorías, aquellos estudiantes que demuestren deseos de recibir los conocimientos necesarios en cada una de las etapas, en este nivel educativo, a aquellos alumnos que tienen definidos los objetivos en cada semestre para llegar a la meta. Solo si el alumno desea tener acompañamiento se le podrá guiar de acuerdo con sus necesidades; de otra manera, el docente poco o nada puede hacer a su lado.
Las variantes del Covid cada día atrapan a más personas y en esta ocasión está atacando a jóvenes, quizás por eso la Secretaría de Educación no se atreve a decir que las clases presenciales deben de ser obligatorias; mientras no haya una declaración sin titubeos, los docentes no asistiremos a la escuela y atenderemos a los alumnos en nuestro espacio destinado para ello. Mientras la secretaria de Educación no exija a los docentes cumplir el horario de clases en las escuelas, se les dará acompañamiento a los adolescentes de manera virtual y a distancia. Sin duda alguna, el acompañamiento es necesario e indispensable pero como ya se dijo: siempre y cuando el joven lo desee y tenga definido su objetivo.
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