Perspectiva laboral de los egresados

Mtra. Ana Verónica Villarroel Márquez

Desde jóvenes nos hacen creer que cuánto más estudies, más dinero ganarás y mejor te irá en la vida. Pero, ¿realmente el nivel de estudios está equilibrado con la remuneración o el cargo laboral?  Lo cierto es que no, ya que la mayoría de las empresas además de solicitar algún título universitario, exigen también años de experiencia y una cierta edad. Así que, para empezar, si eres joven las empresas no te tienen en cuenta y si tienes experiencia pero ya no eres tan joven tampoco, así que es una cadena de nunca acabar a la que se tienen que enfrentar los recién egresados a la hora de querer ingresar en el mundo laboral.

Otra problemática común es la solicitud por parte de las empresas del dominio de alguna lengua extranjera, mayormente el inglés. Por lo general, las universidades no tienen un programa fuerte de certificaciones, así que para demostrar el nivel de idioma que tienes decides certificarlo o repasar un poco lo aprendido en el bachillerato y la universidad, pero para eso necesitas dinero y como aún no trabajas necesitas pedírselo a tus padres, abuelos, tíos o cualquier familiar o amigo que esté dispuesto a ayudarte.

En el mejor de los casos, el recién egresado consigue su primer trabajo en el área que estudió, pero pronto llegan los primeros problemas: pagan poco, el horario no te permite realizar otras actividades, las prestaciones dadas por la empresa son mínimas, tienes que ahorrar de tu dinero para el transporte y comida de tus jornadas laborales, te esperabas otra cosa, entre otras cosas. A pesar de todo no te rindes y sigues en la lucha por abrirte paso en el mercado laboral. Sin embargo, un día el directivo de la empresa te hace llamar para decirte que no continuarás laborando con ellos sin dar mayor explicación. Un ejemplo de esto en el plano educativo, es la situación de los profesores, los cuales en la mayoría de los casos trabajan por honorarios y con salarios mínimos que no llegan a retribuir las horas extra aulas que se les dedica.

Vuelves a buscar trabajo, acudes a muchas entrevistas laborales y te quedas esperando a ver si te llaman. Cuando finalmente te llaman es de la empresa donde menos pagan, así que te gustaría rechazar la oferta, pero como no tienes otra cosa finalmente aceptas.

Inicias a laborar en una nueva empresa y esperando que sea algo temporal en lo que encuentras algo mejor, vas motivado con la esperanza de al menos aprender algo nuevo cada día. Pasa el tiempo y sigues en la misma empresa, ya sabes cómo funciona y no supone un reto para ti, incluso llega a ser monótono, pero sigues ahí porque como ya no eres nuevo, te subieron un poco el sueldo. Algo que te vino bien, porque ya te independizaste de tus padres y rentaste un apartamento al que le estás comprando cosas para que se vea más acogedor. Así que ahora que ya tienes un trabajo, tienes deudas que antes no tenías y además debes ir pagando también el crédito o el préstamo que te dieron, si tuviste suerte, cuando eras estudiante.

Pensabas buscar un trabajo mejor, pero como ya llevas unos años en la empresa, no te conviene renunciar, así que piensas, mejor que me despidan y así me pagan por los años que he estado aquí. Así que allí permaneces.

Cuando finalmente la empresa decide terminar su relación laboral contigo, no te dan el dinero que esperabas y tienes que pelear por tus medios lo que te corresponde. Buscas nuevamente trabajo y en casi todas las entrevistas te comentan que para la edad que tienes tu experiencia laboral no es muy amplia. Así que otra vez a esperar que te llamen de alguna empresa donde el sueldo sea más o menos aceptable, y la historia vuelve a empezar.

Los jóvenes salen de la universidad creyendo que se van a comer el mundo, pero en la actualidad ocurren dos graves problemas que se repiten constantemente: el primero es que las empresas no están dispuestas a pagar un gran sueldo a un recién egresado y el segundo es que hay una amplia oferta de jóvenes universitarios en el mercado laboral, por lo tanto la competitividad es enorme ya que hay pocas ofertas laborales y demasiados jóvenes dispuestos a trabajar.

Si a los dos problemas anteriores le sumamos la falta de preparación teórico- práctica dada a los estudiantes para enfrentar el verdadero mundo laboral, tenemos una situación adversa para aquellos que quieren iniciar su vida laboral tras culminar sus estudios, ya que en las aulas se da una formación muy divergente de las demandas reales del mundo laboral. Por ejemplo, para alguien de la rama de las ciencias sociales es complicado encontrar trabajos estables y competitivos, así que tiene que adaptarse a las exigencias del mercado laboral, llegando a realizar cosas que nada o poco tienen que ver con su área de estudios.

Teniendo en cuenta este panorama, ¿cuáles serían las soluciones para este problema que afecta a la mayoría de los jóvenes de la actualidad? Si jerarquizamos las acciones, el orden sería el siguiente: primero cambiar los planes de estudios universitarios, para que los conocimientos y habilidades enseñados en las aulas sean más prácticos y aplicables en la vida real. Por ejemplo, no vendría mal unas clases de cómo abordar correctamente una entrevista de trabajo o cómo hablar en público. En segundo lugar tendría que buscarse un tipo de alianza o cooperación entre universidades, Estado y empresas para lograr que los primeros empleos sean competitivos y atractivos para los jóvenes egresados, ya sea a través de subvenciones, nuevas becas, prácticas profesionales, entre otros aspectos. Y en tercer lugar, renovar la educación en general, ya que ésta se ha quedado estancada y se ha modernizado poco, algo que se opone a la sociedad actual, la cual cambia día a día a pasos agigantados.

 Para lograr los tres objetivos anteriormente nombrados, se requiere tiempo, capacitaciones y dinero, por lo tanto es algo que como ya se dijo antes, compromete no sólo a las universidades, sino también a las empresas y al propio Estado. Es una tarea difícil y paulatina que necesita de la cooperación de todos para que pueda generar cambios positivos entre los egresados actuales y del futuro. Sin embargo, si estos mismos egresados son los primeros en tirar la toalla o en conformarse con lo primero que les dan sin cuestionarlo siquiera, entonces el problema difícilmente se va a solucionar, ya que si los máximos interesados en este cambio no hacen nada, difícilmente los demás sectores sociales se van a implicar en el problema.

Así que para concluir, tenemos que tener en cuenta que la perspectiva laboral de los egresados en la actualidad es mala debido entre otras cosas a la alta competitividad y a la falta de preparación teórico- práctica de los jóvenes para el verdadero mundo laboral. Sin embargo, todavía hay mucho por hacer y esta situación se puede revertir si a los estudiantes se les dan las herramientas necesarias para la vida práctica más allá de la universidad y si se les enseña con una mentalidad de ser más que un asalariado, se podrán dar las condiciones para  mejorar la calidad laboral y social, ya que tendremos profesionales más comprometidos y conscientes de su presente y su futuro tanto a nivel individual como colectivo.

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