La educación que nos espera debe ser humanista.

Mtra. Nayelhi Avilés Rodelo

«Sentir, jugar, pensar, aprender».

La educación humanista se originó a finales de la década de 1940 a partir del movimiento conocido como desarrollo del potencial humano, iniciado por Kurt Lewin, fundador del Centro de investigación de la dinámica de grupo, en el Massachusetts Technnology Institute (Instituto de Tecnología de Massachusetts) en 1945, y por Carl Rogers, quien conquisto un lugar destacado en el campo de la psicoterapia como pionero de la psicología humanista, y en el de la educación por su valiosa construcción metodológica que se conoce con el nombre de enfoque centrado en la persona.

Distintos exponentes representativos de la corriente humanista, múltiples teorías y técnicas así como diversas posturas y metodologías en trabajos de investigación parten de una concepción de la naturaleza humana positiva, constructiva, realista, digna de confianza y en continuo proceso de desarrollo. El ser humano es considerado como un individuo único, indivisible, sensible, creativo y poseedor de un potencial latente e innato, que tiende a desarrollarse, a tener armonía consigo mismo  y con sus semejantes y a la autorrealización (González Garza, 2002).

Con base en este marco de referencia, la educación se concibe como un proceso dinámico de aprendizaje significativo, en el cuál alumno y maestro participan en la aventura humana de aprender a aprender, investigar, conocer, descubrir, expresarse, experimentar, dialogar, sentir, comunicarse, escuchar, razonar, relacionarse y responsabilizarse de su propio proceso y experiencia.

Proceso que para efectos prácticos y objetivos en ésta aportación resumiré y daré fundamento en «Sentir, jugar, pensar y aprender», como aspectos que considero importantes para lograr una mejor experiencia de aprendizaje en nuestros niños, reflexionando así que es la educación humanista la que ya nos está esperando desde hace varios años.

 En educación necesitamos tener claro que aprender no es un mero almacenamiento de información, lo verdaderamente es importante es que cada niño haga suya la información, para que de esa manera pueda acceder a ella cada vez que la necesite.

 El reto está en crear un buen puente entre lo que sentimos y lo que conocemos, y en hacer llegar lo que queremos que recuerden a lo más profundo de cada uno. Los estudios de neurociencia sobre áreas cerebrales y las funciones que desempeñan afirman que «solo puede ser verdaderamente aprendido aquello que dice algo, aquello que llama la atención o nos hace emocionarnos, lo que es diferente y nos saca de la monotonía». (Carson, 2018)

Los educadores afirman que el juego es la actividad esencial de los niños y que, por tanto, es una herramienta natural para educar, pues jugando toman conciencia de la realidad, se involucran en la acción, razonan y elaboran juicios.

Dichos argumentos son totalmente ciertos. Pero es necesario tomar en cuenta también que el juego favorece en la educación no solo a los niños, también a las personas adultas que para éste caso serían los maestros.

La necesidad de actividades lúdicas es permanente en la vida. Por lo tanto cuando los maestros nos permitimos jugar con nuestros alumnos también nos permitimos aprender a través del juego y podemos interactuar, reflexionar y dialogar desde áreas de nuestro ser que puede expresarse con mayor libertad, confianza y seguridad.

Por lo que concluyo que el marginar el juego en la educación es tanto como mutilar uno de los instrumentos más pertinentes para el proceso de aprendizajes significativos y para el  crecimiento de la persona.

El lograr pensar en el proceso de educar significa «Ganar experiencia al hacer. Reflexionar es meditar sobre la experiencia y pensar es intentar entender esa experiencia por medio del análisis y la conceptualización». Los fundamentos del aprendizaje experiencial que tiene uno de los pilares en el ciclo de Kolb (1971), plantea que el aprendizaje es un proceso cíclico que considera diversos momentos: hacer- reflexionar- pensar – decir. (Carro, 2012)

Por lo tanto al jugar hacemos lo que significa experiencia, al vivir la experiencia sentimos y al sentir podemos reflexionar sobre lo que sentimos y vivimos y al decir nos relacionamos y aprendemos de manera significativa.

Entonces elegimos, tomamos una decisión respecto al siguiente paso y ulteriormente[1] el ciclo se repite. El círculo distingue dos ejes que muestran los polos alrededor de los cuales tiene lugar el aprendizaje. Uno que va de la acción a la reflexión, y el otro de lo abstracto a lo concreto. Son los procesos inductivo y deductivo.

Finalmente, los niños aprenden de lo que viven por lo que invito a reflexionar lo siguiente:

«Si un niño vive con críticas, aprende a condenar, Si un niño vive con hostilidad aprende a pelear, Si un niño vive en ridículo, aprende a ser tímido, Si un niño vive con vergüenza, aprende a sentir culpa, Si un niño vive con tolerancia, aprende a ser paciente, Si un niño vive con aliento, aprende a tener confianza, Si un niño vive con elogios, aprende a apreciar, Si un niño vive con equidad, aprende a ser justo, Si un niño vive con seguridad, aprende a tener fe, Si un niño vive con aprobación, aprende a gustarse a sí mismo, Si un niño vive con aceptación y amistad, aprende a encontrar el amor en el mundo».

Busquemos entonces crear ambientes propicios para la educación humanista en la que podamos facilitar el aprendizaje desde lo que somos más que desde lo que sabemos creando un ciclo constante de compartirnos con nuestros alumnos desde el sentimiento- el juego y el pensamiento para lograr aprendizajes para la vida.


[1] Ulteriormente.- Después de un momento dado.


Referencias

Carro, J. (2012). Los alcatraces: una experiencia de vida. Prometeo fuego para tu propio conocimiento, 7.

Carson, R. (6 de 12 de 2018). La Mente es Maravillosa. Obtenido de Necesitamos sentir para poder aprender: https://lamenteesmaravillosa.com/necesitamos-sentir-para-poder-aprender/

González Garza, A. M. (2002). El niño y la educación: Programa de desarrollo humano: niveles primaria y secundaria. México: Trillas.


Mtra. Nayelhi Aviles Rodelo

nayelhiaviles@gmail.com

  • Doctorado en Desarrollo Humano y Educación por la Universidad Autónoma de Occidente.
  • Maestría en Desarrollo Humano por la Universidad Autónoma de Occidente.
  • Licenciado en Administración de Empresas por el Instituto Tecnológico de los Mochis.

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