Dr. Jorge Gutiérrez Alfonso
Hacer un balance en términos educativos a nivel nacional es como querer hablar de la vida económica del país. Los ciudadanos dudaríamos en avalar los programas que se han impulsado, en virtud de que no participamos en su construcción. Es fácil decir que se está creciendo, que se construyen escuelas, que ya no existen tantos reprobados, que el índice de deserción escolar ha bajado de acuerdo con lo que se indicaba hace tres años; es fácil decirlo, y es fácil porque estadísticamente se puede comprobar. ¿Pero qué costo se tendrá que pagar por decir que estamos bien? La realidad en las escuelas es otra. Ya no hay alumnos, ya no hay alumnos que deseen realmente aprender, ya no se va a la escuela con esa ilusión de que se va a adquirir conocimientos, que se va a demostrar tener habilidades, que se va a encarar una actividad en la que, como alumno, lo diste todo y tu aprendizaje fue significativo. Ahora, se va porque se obtendrá una beca, con la que en la casa habrá un dinero que muy bien hace falta, o si no falta, le servirá al alumno para comprar un dispositivo electrónico que le empodere como ser humano.
Es imposible dar cobertura con los servicios educativos si el país tiene una extensión territorial tan grande. Por más que se desee, no puede existir una escuela en cada una de las localidades. Quienes deseen estudiar deben trasladarse caminando o en vehículo de alquiler a una escuela cercana. Además, para estar en una escuela, aunque la constitución diga que la educación es gratuita, ésta no resulta tal; es casi imposible que así sea porque la Secretaría de Educación no provee de transporte para llevar lo necesario a la escuela; además, surgen necesidades de mantenimiento de la infraestructura escolar, situación de la que tampoco se hace cargo la Secretaría. Así que la precariedad es un signo en la mayoría de las escuelas. En la actualidad, se está recibiendo dinero en algunos centros educativos, pero la indicación es específica; por lo menos debe construirse un salón, un baño, un domo o un área audiovisual. ¿Y qué sucede con el mantenimiento?
A los alumnos les gusta estudiar, aunque eso, en el aula, no queda de manifiesto; les cuesta entregar actividades, se les dificulta seguir instrucciones, el aula ya no se visualiza como un centro en donde se “aprende”; al aula, ya se le perdió el respeto. Se grita, se juega, se pintan paredes y mesabancos, pizarrones, con tinta permanente. ¿Entonces, a qué van los alumnos a la escuela? Quizás si se quedaran en casa, los padres los llevarían a realizar otras actividades, y claro que esto ya se vivió por esta región en dos ocasiones. La primera fue cuando la pandemia; y la segunda, cuando un grupo secuestró la región y se obligaba a la población a ir a cuidar las entradas y salidas de los pueblos, quizás por eso a los alumnos les gusta estar en la escuela; se sienten relajados, quizás lejos de la problemática familiar de gritos, de peleas, y es en la escuela donde el estudiante llega a descargar todo ese estrés que se genera en la familia. El gobierno dice que la educación es un derecho, pero los jóvenes en primero de bachillerato, a dos meses de haber iniciado su vida escolar en este nivel, no saben el número de artículos de la Constitución en los que se habla sobre su derecho por ser alguien nacido en México o ser hijo de madre o padre mexicano. Los alumnos no saben para qué estudiar. Sólo un 40% dice por qué estudia.
Y esto de que el gobierno no explique los planes a la ciudadanía, lo hace también con el magisterio, que se entera por los mensajes políticos, porque en los documentos se pone el énfasis en los objetivos de la agenda educativa. Claro está que un documento de 220 hojas, donde están los indicadores educativos, no tan fácil va a ser leído por los docentes; además, qué producto debería entregar el docente para que se entere el gobierno de que se consultó el texto, y, como punto final, qué actividad realizar para saber qué tanto entendió el docente de lo que leyó. Sin duda complejo el hacer llegar un plan de trabajo a los maestros. Las preguntas aquí son las siguientes: ¿Cuántos maestros saben, entienden y han leído la agenda de educación? ¿Qué metodología utilizó el gobierno para hacerla llegar? ¿Cuáles propuestas nuevas surgieron? ¿Se tomaron en cuenta esas propuestas? La respuesta a estas preguntas seria PAN CON LO MISMO, una metodología de cascada, esto es, toman el curso los secretarios de Educación de cada estado, ellos a la vez lo transmiten a los directores de departamentos, ellos lo hacen llegar a los supervisores, y éstos a los directores y los directores a los maestros. ¿Qué entendió el maestro de la agenda de educación?
Se habla de fortalecer el papel del maestro como agente de cambio, se habla de la formación continua, así como de la vocación de servicio. Es la cosa más vil que puede decir el gobierno; con las nuevas políticas del humanismo, deja al maestro a la deriva en su quehacer docente. En la vida siempre se debe tener un guía, un acompañante, alguien de quien se aprenda las cosas buenas para tener un comportamiento ejemplar en la sociedad; por eso, el aula debe seguir siendo el recinto sagrado donde se recibe conocimiento, si se sigue haciendo como hace años, pues eso depende de cada maestro. Pero en el salón de clases hay una persona mayor a quien se le debe respeto y ese respeto empieza cuando se entra en el salón de clases y termina cuando se sale, no al toque del timbre. En el aula, mientras está el maestro, no se debe comer, no se debe jugar, no se debe hablar, no se debe hacer otras actividades, mientras el docente está ilustrando el tema. Se habla de espacios escolares para la actividad física, ¿Cómo quieren lograrlo si en muchas escuelas de nivel medio superior no existe realmente un docente especialista en dicha temática? Es más, en la currícula no existe como tal; se quiere disfrazar con cuestiones socioemocionales, porque si se hace de esta manera parece no ser necesario tener un especialista; se le puede dar a cualquier maestro para completar su carga laboral. Se habla de fortalecer al maestro cuando más de 180 horas permanecen vacantes y existen maestros con más de 15 años de servicio que no llegan ni a 20 horas, mucho menos a 40. Y eso sí, llegan maestros interinos con contrato nuevo, para que se cumpla lo planeado. Se ofrecieron tantas plazas a nivel medio superior, pero ese dato es erróneo porque no se están creando estos espacios; es el refrito de todos los ciclos escolares por no querer aumentar las horas de los docentes de base. Estadísticamente, no impacta. Basta ya de jugar con la educación. Se está cometiendo un grave error al querer contemplar a los estudiantes para que la matricula no baje. Algunos alumnos no están aprendiendo y están pasando los semestres, los créditos de las materias, no son más que números muertos porque realmente no se alcanza el nivel esperado. Todo en el magisterio es PAN CON LO MISMO. Sólo se ve bonito en las estadísticas, en los informes, a los ojos de otras personas. La realidad es otra, y va a doler cuando repercuta en la sociedad.

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