Lic. Myriam Aydee López Hernández
Hablar de educación en la actualidad se ha vuelto tan polémico como discutir sobre política o religión. La diferencia radica en que cada modelo, protocolo o normatividad aplicada en los distintos niveles educativos genera controversia porque, con frecuencia, se privilegian los resultados cuantitativos por encima de lo verdaderamente esencial: los educandos, los actores principales del proceso formativo.
En el libro Desafíos y perspectivas de la educación superior en México, el Dr. Jorge Andrés Monroy Delgado (Jiménez, 2024) afirma que la educación no consiste únicamente en disipar la ignorancia para descubrir el ser. La lucha educativa —señala— no se dirige solo contra el desconocimiento, sino contra las distorsiones, los malos aprendizajes y las desviaciones que impiden acceder a la verdad interior y exterior del individuo. Más que la mera adquisición de un saber, la educación implica un proceso de corrección, de liberación que transforma al sujeto.
Esta reflexión, cruda pero profundamente real, conduce a una pregunta inevitable: ¿Hasta dónde estamos liberando a los alumnos con la enseñanza actual?
Este artículo no busca desacreditar los modelos educativos implementados a lo largo de la historia ni señalar a las autoridades gubernamentales. Su propósito es plantear, desde la experiencia docente, la necesidad de un análisis profundo que considere el contexto ambiental, económico, social y cultural de la población mexicana. Cada modelo educativo ha dejado su huella y ha generado cambios dentro del aula, pero la pregunta persiste:
¿Por qué estos modelos no han logrado cumplir plenamente con sus propósitos originales?
Quien lee estas líneas seguramente conoce la respuesta. Como docentes, somos nosotros quienes enfrentamos directamente la realidad cotidiana de los estudiantes, obligados muchas veces a decidir entre nuestra ética profesional y el cumplimiento estricto de protocolos y normativas. Esa tensión permanente revela las limitaciones de cualquier modelo si no considera la complejidad humana que se vive dentro del aula.
Aulas activas, personalizadas y seguras: entre la intención y la realidad
La idea de promover aulas activas, personalizadas y seguras con frecuencia se presenta como una solución contemporánea y prometedora. En teoría, estas aulas colocan al estudiante como protagonista del aprendizaje, mientras el docente actúa como facilitador y guía. El enfoque defiende que la personalización permite adaptar contenidos, ritmos y estrategias a las necesidades de cada alumno.
Sin embargo, esta visión ideal se enfrenta a realidades estructurales que no pueden ignorarse. En muchos planteles, las aulas albergan entre 40 y 60 estudiantes. En tales condiciones, resulta pertinente preguntarse:
¿Cuánto tiempo necesita un docente para diagnosticar, planificar y aplicar estrategias diferenciadas para cada uno?
La respuesta es evidente: la personalización profunda se vuelve casi imposible.
A ello se suma la enorme carga documental, administrativa y de seguimiento que se exige al docente para justificar cada proceso. Lo que debería ser una metodología centrada en los estudiantes termina convertida en un procedimiento burocrático para generar evidencias numéricas que alimenten estadísticas. De nuevo, la brújula educativa se pierde y el sentido auténtico de las aulas activas —promover participación, autonomía y creación auténtica de ambientes de aprendizaje— queda relegado.
Sin importar cuántos modelos educativos surjan o cuántos protocolos deban aplicarse, lo verdaderamente importante es el impacto que dejamos en nuestros alumnos. Nuestro propósito no es cumplir con estadísticas, sino generar conocimientos significativos, formar personas capaces de pensar, decidir, crear y transformar. Estamos contribuyendo a la formación de quienes, en un futuro cercano, serán los profesionales, líderes y ciudadanos que sostendrán nuestro país.
Para finalizar, cierro este intercambio con ustedes lectores con esta expresión de Paulo Freire: “La educación no cambia al mundo: cambia a las personas que van a cambiar al mundo.”
Referencias
Jimenez, Ma. Consuelo. (2024). Desafíos y perspectivas de la educación superior en México. COMEPZ.

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