Las herramientas personales ante el nuevo escenario laboral derivado del Covid-19.

Mtro. Cuitláhuac García Perea

Estamos inmersos en una pandemia como no se había vivido en 100 años; ahora se nos presenta en lo que para muchos es un mejor escenario: mayores avances de la ciencia; en la economía, en la tecnología y mejores medios de comunicación. Sin embargo, existen elementos que hacen que los resultados de esta circunstancia de salud pública, pueda tener peores consecuencias que solamente un 0.1% de la población mundial infectada y el número de muertos que hasta hoy rondan los 300 millares en todo el mundo.

Las condiciones adversas ahora estriban en dos vertientes: la desigualdad y la integración socio – económica.

A medida que existen mayor cantidad de personas en pobreza, crece el factor de vulnerabilidad; pues es evidente que en un mundo de tanta conectividad, la interdependencia de los resultados económicos de los países desarrollados y sus repercusiones en las naciones de economías más débiles son exponenciales.

Pero en lo individual es donde se inicia el caos, pues son los individuos que no han podido desarrollar sus capacidades y herramientas personales, serán los más dañados; pues este confinamiento obligado por las circunstancias nos muestra una nueva manera de analfabetismo: el analfabetismo funcional.

Esta nueva manera de desigualdad personal está mostrándose claramente en todos los ámbitos; por ejemplo, aquel que se va casa a realizar su labor desde el hogar y no cuenta con internet, una ordenador personal o contando con ello está limitado en su manejo, que lo hace incapaz de realizar con éxito una videoconferencia, en donde muestre sus avances, es un empleado no apto y lo mismo puede suceder en una empresa productiva que en el ámbito escolar. Hoy nos encontramos con profesionales de la educación que sufren para organizar una sesión académica con sus grupos a distancia; es tan grave el tema que en México se han comenzado iniciativas ciudadanas que le solicitan al Gobierno Federal, el cese de las clases remotas.

Imaginemos comunidades distantes, carentes de infraestructura básica, aspirando a tener clases en línea, donde la necesidad de sustento les retrasa la posibilidad de tener un domicilio de materiales sólidos, ya no digamos agua potable, menos drenaje y ni qué decir de la energía eléctrica o el internet y así como los estudiantes, los profesores.

La Constitución Política Mexicana, manifiesta muchos de los Derechos Humanos y reconoce entre ellos la Seguridad Alimentaria, de Salud, de Ingreso, de Educación, de Infraestructura y Servicios Básicos; pero  la nación está alejada de poder alcanzar el ideal político de la Carta Magna.

Anteriormente, se realizaron “cambios estructurales” que pretendían cumplir estos propósitos, pero reconocían que ante la debilidad institucional y la falta de recursos públicos, era indispensable la participación de sectores privados, que ceñidos a un marco regulatorio firme, tuvieran certeza jurídica e invirtieran en el desarrollo de espacios exclusivos del estado, en aras de acercar los satisfactores básicos a la mayor cantidad de población posible y ello devendría en el fortalecimiento individual, colectivo e institucional finalmente.

Hoy esas reformas fueron eliminadas y solo nos quedan las buenas intenciones, pues no han cambiado las situaciones institucionales y económicas del estado, pero ya no hay  certeza para la inversión y solo quedan los sectores estratégicos esperando a que descubramos un yacimiento petrolero más grande de los que los demás países poseen y nos volvamos la voz cantante en el concierto de los hidrocarburos; así como la participación social en rifas, sorteos y subastas que ayuden a fondear proyectos urgentes.

Como todo lo descrito en el párrafo anterior, parece cada vez más lejano, no nos conviene esperar a la realización de tan mágico escenario. Como ciudadanos responsables de nuestra familia y de nuestro propia sobrevivencia debemos dar pasos que fortalezcan las capacidades individuales.

Anteriormente, los reclamos laborales iban encaminados a mejorar las condiciones de trabajo y obtener mayores prestaciones como vivienda o créditos mobiliarios; hoy esas necesidades deben ir acompañadas con capacitación tecnológica, enseñanza de otro idioma y activación física.

La compleja sociedad es sobretodo aspiracional y por eso un número casi indeterminado de connacionales migran, mayoritariamente a EUA; en la búsqueda de mejores ingresos, pero no de mejores trabajos. Muchos se van en el entendido que harán labores auxiliares de mantenimiento o trabajo agrícola; las más de las veces, al margen de las disposiciones migratorias, sin saber comunicarse siquiera con sus patrones, sin poder realizar nada más que el trabajo de sus manos y esfuerzo físico.

Se debe de aprovechar el nuevo escenario de aislamiento para detonar políticas públicas que modifiquen estas condiciones y desde el ámbito académico es el primer reto. Pues esa migración se va a lo antes descrito, porque no saben hacer otra cosa. La gran apuesta ahora, debe ser el desarrollo de capital humano y el gran reto de la docencia es subirse a la ola tecnológica, ayudar a su alumnado a entender cómo funciona la tecnología para su propio bienestar.

Los políticos cumplen periodos y tarde o temprano concluyen su mandato, los modelos económicos triunfan y fracasan por igual, pero las sociedades son permanentes y dinámicas, trascienden en el tiempo y se transforman, vayamos hacia adelante, desarrollemos capacidades, mejoremos el desempeño y de quienes tienen la encomiable labor de infundir conocimiento en alumnado, despierten en ellos esa misma necesidad para que cuando libremos esta amenaza o venga una nueva, seamos lo más aptos posible para superarla.

Mtro. Cuitláhuac García Perea

cgarcia@tecius.org

  • Maestro en Administración Pública por la UVM.
  • Licenciado en Derecho, egresado de la UNAM, especializado en Municipio y Derecho Político.
  • Especialista en Desarrollo de Proyectos de Infraestructura de participación tripartita entre Sociedad, Gobierno e Iniciativa Privada.

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