M.D.C. María Dolores Carrillo Noyola
Aunque la pandemia de COVID-19 en otros países como China, inicio en 2019, en México se confirma hasta febrero de 2020. Desde esa fecha la vida nos cambió en todos los escenarios y se vivió una fuerte adaptación en la vida docente y estudiantil. Dicha situación trajo consigo otras consecuencias como el incremento en la violencia en el entorno familiar por la constante convivencia antes alternada con la rutina laboral.
Esta práctica es sin duda, una gran oportunidad para aprovechar la experiencia de que en el marco educativo se sigan sosteniendo los dos modelos tanto presencial como en línea por la ventaja que representan y no nos tome desprevenidos y recojamos lo aprendido solo sí fuese necesario. En las instituciones públicas, la adaptación fue asesorada en cambio, en las instituciones privadas se tuvo que ser más convincente y quedarse con los mejores perfiles docentes para atender la contingencia sanitaria y dar la posibilidad a los y las docentes, que pudieran proponer la mejor forma de impartir la catedra a distancia y a la vez convenciéndoles del uso de las plataformas de forma unificada para lograr un equilibrio y evitar tensión entre el estudiantado, que de igual forma se estuvo adaptando a esta forma de enseñar que si bien no es novedosa, al convertirse en obligatoria, dicotómicamente se estuvo enseñando y aprendiendo en ambas partes.
La deserción en el ámbito de la educación privada fue mas visible ya que el cierre de negocios y empresas por la pandemia, vino a reducir el ingreso económico familiar y prácticamente ocasionó un paro de la economía mundial.
Por otra parte, las vacunas aplicadas en nuestro país, vinieron a aliviar la fuerte tensión que se vivía de contagiarse, de acuerdo a los datos que se vierten continuamente, prácticamente todos los mexicanos mayores de 18 años han recibido la vacuna, y los que no lo han hecho ha sido por elección propia o bien porque en el momento de la aplicación su salud no lo permitía. Desde marzo del presente año se ha regresado al entorno presencial con la aplicación de protocolos de seguridad ya bien conocidos como la toma de temperatura y limpieza de manos a base de gel u otros implementos.
Esto ha significado un regreso a la vida cotidiana, a volver a encontrarnos y compartir, aunque dicho regreso al principio fue voluntario todo indica que ya, es obligatorio hacerlo totalmente y solo las restricciones de salud del individuo lo impedirán. Destaca el modelo hibrido implementado para estos casos especiales en el cual el personal docente ha llevado una gran carga en sus hombros para dinamizar el aprendizaje, aunque sin duda su bagaje de conocimiento también ha sido aumentado, aquí es donde puede aplicar aquello de que no todo ha sido malo.
Han transcurrido poco más de 24 meses de tan inimaginable caos mundial por la pandemia, que vino a movernos y cambiarnos la vida de muchísimas formas y sin dudarlo hemos sido resilientes; el reto presente es el de retomar y deconstruir anteriores hábitos y enseñanzas para reforzar y compensar a los y las estudiantes esos aprendizajes que por su propia naturaleza debieron ser presenciales y que se mantuvieron de forma virtual con el entusiasmo, ética y compromiso de cada docente, que desarrollo su forma creativa, se capacito e incluso invirtió en herramientas pedagógicas para evitar la deserción y desánimo entre sus estudiantes.
Pero sobre todo cuidar la forma en el trato al estudiantado, para evitar generar emociones que puedan incidir en bajo rendimiento académico, como consecuencia del confinamiento y empezar a tratar de llevar su vida normal; misma situación que de igual forma no será ajena a la planta docente.
Aún falta mucho por resarcir en la educación en todos los niveles, sin embargo, con la voluntad de los responsables de las instituciones educativas ya sea públicas o privadas, estudiantes, docentes y personal administrativo, se logrará cumplir las metas dejando atrás tan amarga experiencia.
Lo importante es des construir para construir un mejor sistema de aprendizaje.
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