De lo prohibido a lo permitido

Dr. Jorge Gutiérrez Alfonzo.

En la reunión de academia del ciclo escolar agosto 2019- Julio 2020, las indicaciones por parte de las autoridades del plantel fueron claras y precisas: no al uso del teléfono celular. Si bien es cierto no se podía confiscar al entrar al salón, se pretendía que se les indicara que no lo podían utilizar por ningún motivo excepto por alguna necesidad extra urgente. La mayoría de los docentes estuvo de acuerdo con tal determinación; expusieron que era un distractor en el salón de clases y que por ese motivo los alumnos no aprendían, que estaban más atentos a los mensajes que llegaban o bien a las redes sociales sin que el maestro pudiera llamarles la atención hacia el tema que estaba presentando.

El maestro Alfonso alzó la mano e indicó que él no se sujetaría a tal determinación porque el teléfono móvil era indispensable para su clase, era necesario, porque en el dispositivo los alumnos tenían descargadas las aplicaciones que se necesitaban en la clase de matemáticas y en la asignatura de física, en la que los alumnos debían convertir unidades de medida; otro uso que se le daba al teléfono celular era para enviar las actividades en PDF o algunos apuntes que ellos necesitaban. Las burlas de sus compañeros docentes no se hicieron esperar: cómo era posible que así se utilizara el teléfono en las clases.

El maestro Alfonso les explicó que si se aplicaba la tecnología a la educación se podía atender a los alumnos que por algún motivo no pudieran llegar a la escuela; les contó la anécdota de la madre que llegó a platicar con él para ver de qué manera podía apoyar a su hijo para que no se atrasara con las actividades puesto que su hijo estaba en Estados Unidos y tardaría un mes en regresar, aproximadamente, si no es que más. La manera de paliar esta situación fue que el alumno descargaría del blog personal del maestro la antología y las actividades que paulatinamente se subían, las cuales iba a entregar por el correo electrónico cuando así se le indicara. En el acta quedó asentado que por lo menos un maestro no aceptaba tal determinación de la academia.

Cuando en marzo de 2020 se dieron instrucciones para trabajar desde la casa, el blog personal del maestro y el mensajero cuyo ícono es el teléfono verde fueron las herramientas para iniciar las actividades a distancia. Las indicaciones fueron claras: los alumnos estarían atentos en la hora de clases para recibir indicaciones y trabajar en esa hora de manera virtual. Las quejas no se hicieron esperar: los principales motivos de la protesta fueron no tener saldo, no tener dinero para una ficha o simplemente porque no vivían en un lugar adonde llegara la señal del teléfono móvil.  El maestro aceptó las quejas y observó la poca asistencia a esas primeras clases a distancia. Con texto o en audio y en algunos casos con algún video daba las clases todos los días de esas dos semanas antes de las vacaciones de semana santa del 2020.

La indicación llegó: no se regresaría a clases y se postergaría un mes el confinamiento por lo que le solicitaban planeación para un mes; además de un informe sobre cuántos alumnos estaba atendiendo, con cuántos no estaba en contacto y cuáles medios electrónicos utilizaba para atenderlos. El trabajo fue arduo, hubo que volver a planear, pero ahora a otro ritmo, con otras herramientas, con alumnos que no estaban conectados como con alumnos que si estaban en clases a distancia; adaptar las clases presenciales a clases virtuales, buscar otros medios para atender de mejor manera a los alumnos que no perdieron el interés de tener clases, pensar en esos alumnos que no le temen a las actividades planeadas por el docente, que no se quejan por la actividad o por el grado de dificultad que ésta tenga; saben que con esos desafíos saldrán adelante en sus estudios.

La indicación llegó: ya no se regresa a clases presenciales; hay que planear para terminar el semestre, así como entregar los informes correspondientes. Las clases continuarán de manera virtual teniendo como aliado al teléfono celular para estar en contacto con los alumnos. El alumno que no tuviera este dispositivo estaba en desventaja frente a sus compañeros que sí lo tenían, pero ahí venía la demonstración del interés en aprender, de hacerse de conocimientos, el querer superarse para llegar a la universidad de mejor manera. Había que pedirle al papá o a la mamá que prestara el dispositivo electrónico para estar atento a las clases.

A dos años de esa experiencia, de trabajar de manera presencial a trabajar de manera virtual, de buscar herramientas electrónicas para atender a los alumnos o comenzar a gozar de un descanso que para muchos maestros fue un respiro ya que se sentían agobiados por el trajín del viajar cuatro horas diarias para asistir a laborar, se reflexiona y piensa si lo que se hizo durante ese lapso valió la pena realizarlo. Tanto si se trabajó de más para aprender o si solamente se aprovechó la oportunidad para descansar. ¿Cómo se puede medir esta decisión? ¿Quién la puede evaluar?

En el estado de Chiapas existió un subnivel que no estuvo al pendiente de las oportunidades para aprender con base en la tecnología; durante este tiempo no envió ningún comunicado para ofrecer un curso o para conocer algunas estrategias de enseñanza en esta nueva modalidad que se presentaba. El personal educativo de este subnivel subsanó por cuenta propia la necesidad que se tenía de adecuarse a las circunstancias; fue únicamente su conciencia la que le dictó dónde debería de buscar y qué debía de buscar, qué plataforma utilizar, cómo diseñar el plan de trabajo; él solo se enfrentó al problema y en muchos casos lo resolvió. ¿Cuántos maestros y maestras de este subnivel enfrentaron el problema? ¿Qué pasó con las autoridades educativas de este subnivel?, ¿se desvincularon de sus deberes académicos? A dos años de la pandemia, aún no se tiene correo institucional mediante el cual se acceda a una plataforma segura y con todas las ventajas que ésta proporciona; las cuentas individuales son inseguras y en esas cuentas los maestros no pueden realizar actividades indispensables ni pueden agregar a muchos alumnos.

Urge que ya se tenga una plataforma oficial para que se invite a los docentes a utilizarla, con el fin de favorecer a los educandos de este subnivel. ¿O se sabe que en los demás subsistemas los maestros no utilizan las plataformas? ¿O el costo económico de éstas es alto para lo que se necesita? ¿O se está proyectando que cuando se regrese a clases ya no se utilizarán esos sistemas? Al inicio del semestre febrero-julio/22 se indicó que las clases se darían de manera alternada, esto es, primero vendría un subgrupo al día siguiente el otro subgrupo; se dio la posibilidad de que los que siguieran a distancia enviaran un oficio dirigido a la dirección del plantel en donde se especificara que el alumno o alumna va a cursar el semestre a distancia; el oficio debía de estar firmado por el padre de familia, madre de familia o por el tutor del alumno. Aquí se observa que todavía existen alumnos que no desean presentarse a clases presenciales, que les es más benéfico estar a distancia y atender cuestiones personales, al mismo tiempo.

Ahora los alumnos, en su mayoría, ya cuentan con un dispositivo móvil apto para las clases virtuales. Ya entendieron que el dispositivo funciona también con compañías de Guatemala, cuya señal se recibe en las comunidades de donde los alumnos son originarios. Compran saldo de cualquiera de las dos compañías que traspasan la frontera y están al día en las actividades académicas. La asistencia en este virtual regreso a clases presenciales de los alumnos es de un 80%. ¿Volverán a clases presenciales los alumnos que hoy no llegan? ¿Se volverán a inscribir en el próximo semestre? ¿Deberá de existir la opción a distancia en todas las escuelas del nivel medio superior? ¿Serán los mismos docentes quienes se encarguen de esos alumnos que han optado por las clases a distancia?


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