Competencias docentes adquiridas ante la pandemia Covid-19

Mtra. Ana Villarroel Márquez

A más de un año de iniciada la pandemia del COVID, hoy podemos hablar desde la experiencia que hemos adquirido durante este tiempo, abordando el tema desde la práctica docente y desde las vivencias de los estudiantes y sus familias.

Al inicio de la pandemia, cuando los gobiernos e instituciones educativas anunciaron que se suspenderían las clases presenciales para dar paso a una modalidad en línea, la mayoría creímos que iba a ser algo temporal y que se haría para no perder el ciclo escolar que estaba en curso. Sin embargo, se terminó el ciclo y se inició uno nuevo de la misma manera y parece que la situación seguirá así un tiempo.

Estos cambios forzosos, motivados por la pandemia, hicieron que todos tuviéramos que “subirnos al mismo barco” para garantizar que los contenidos académicos pudieran completarse y que ningún estudiante perdiera su ciclo escolar. Pero como suele ocurrir, lo planeado no siempre resulta como se espera y en este año nos hemos dado cuenta que hay muchas circunstancias individuales que condicionan el acceso a la educación en general, pero sobre todo a la digital.

Uno de los factores que limita la enseñanza virtual es el acceso a Internet y a las tecnologías, ya que no todas las familias cuentan con las herramientas necesarias para garantizarles una educación en línea a sus hijos. Esto es lo que se conoce como la “brecha digital”, es decir, la inequidad social reflejada en el uso de las TIC’s e Internet, la cual es muy grande a nivel mundial, ya que sólo un 59% de la población tiene acceso a este servicio (Galeano, 2021).

Hay que tener en cuenta que dentro de este porcentaje, también hay distinciones entre países, ya que unos cuentan con mayor conectividad que otros. Por ejemplo, en México la población con acceso a Internet es de un 70%, mientras que en otros países de América del Norte es del 90%.

Estas desigualdades sociales, surgidas desde los hogares, se manifiestan en los resultados educativos de los estudiantes. Además de las familias que no tienen acceso a Internet, también están aquellas que aunque sí lo tienen, no cuentan con los dispositivos suficientes para que todos los integrantes de la familia puedan estudiar y teletrabajar a la vez.; ó incluso, para aquellos afortunados que sí poseen dispositivos y acceso a Internet, sin embargo no disponen del conocimiento necesario para manejar las plataformas o aplicaciones.

Entre un factor u otro, tenemos como resultado general una elevada cantidad de alumnos y alumnas que no han podido completar como se merece su formación, por la falta de prevención y organización de las instituciones y los gobiernos para la puesta en marcha de una enseñanza virtual.

Por otro lado, la falta de capacitación hacia docentes, alumnos y padres de familia ha sido otro de los problemas socioeducativos que ha dejado esta pandemia, ya que se ha trabajado sobre la marcha, inicialmente casi improvisadamente, para “no perder el curso”. Sin embargo, no se abordaron las necesidades más profundas, sino que cada quien se fue adaptando como mejor pudo del trabajo presencial al formato virtual, sin un consenso general ni una planificación concreta de las instituciones educativas y estatales.

Esto trajo como consecuencias una saturación de trabajos, tanto para profesores como para alumnos, así como la falta de elección y aplicación de una metodología adecuada para todos, ya que son tantas las páginas, blogs o aplicaciones que hay, que es difícil hacer un criterio de selección que se adapte a cada grupo o incluso a cada estudiante.

Las inconformidades docentes más comunes han sido la copia de trabajos, la acumulación de actividades para calificar y la búsqueda de nuevo material para los alumnos y alumnas. Por su parte, los estudiantes han expresado su malestar ante la saturación de trabajos y de la poca explicación de los profesores y por último, los padres de familia se lamentan del tiempo y estrés que la escuela ha generado en sus hijos.

Aunque pareciera que sólo nos quejamos de lo malo que ha dejado la pandemia, en realidad no todo ha sido negativo, ya que en este año nos quedamos con varias experiencias positivas tales como la mayor autonomía de los estudiantes, autoaprendizajes en el manejo de diversas herramientas digitales, una renovación en la didáctica docente, una mejor organización del tiempo y el espacio ya que la mayoría de las actividades pasaron a tener como escenario central el hogar.

Los cambios pertinentes hacia una educación virtual sí pueden lograrse, pero no es algo que se obtenga de un día para otro, así que tenemos que ser pacientes y autocríticos. Algo que no podemos olvidar de esta pandemia es que somos capaces de reinventarnos, personal y profesionalmente, por tanto tenemos que seguir trabajando arduamente en la mejora de nuestras prácticas docentes.

Bibliografía

Galeano, S. (28 de enero de 2021). El número de usuarios de internet en el mundo crece un 7,3% y alcanza los 4.660 millones (2021). Recuperado el 10 de marzo de 2021, de M4rketing Ecommerce: https://marketing4ecommerce.net/usuarios-de-internet-mundo/

Mtra. Ana Verónica Villarroel Márquez

avillarroelmarquez@gmail.com

  • Licenciatura en Historia por Universidad de Vigo (España).
  • Master en Estudios Latinoamericanos: Cultura y Gestión por Universidad de Granada (España)

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