Aprendizaje docente en emergencia, un ciclo insospechado

Lic. Lauro Alejandro Cuevas Monjarás

En la conciencia de cualquier docente, independientemente del contexto, una de las reflexiones que más se debe trabajar es la actualización digital. La gran cantidad de información que brota y se acumula en la virtualidad digital, fenómeno que llevo a Peter Drucker a nombrar estos tiempos como “Sociedad de la Información”, escapa a la capacidad humana, aún bien entrenada y extendida.

Un suceso como la pandemia que vivimos, producto del SARSCoV-2 y la enfermedad Covid-19 alteraron esta dinámica, que ya se venía practicando, pero sin mayor prisa que el deseo de innovación. Lo inusitado del hecho provocó diferentes reacciones: improvisación, urgencia, asombro, etc. Nos dimos cuenta, sobre todo en los países subdesarrollados, de la lentitud con la que habíamos llevado este proceso de modernización. Algunas herramientas no eran desconocidas, ya que la mayoría de los docentes institucionalizados, en más de una ocasión se han certificado en el uso de algunos instrumentos y procesos.

No obstante, la realidad nos ha mostrado nuestras verdaderas habilidades. Al mismo tiempo, nos ha permitido confirmar que en el terreno de la educación no es suficiente conocer y dominar las herramientas tecnológicas más avanzadas (Tic’s). Es preciso, primero, desarrollar capacidades muy específicas relacionadas con el proceso de enseñanza – aprendizaje para después aprovechar al máximo cada una de estas.

Percibimos en la precariedad y urgencia, que los procesos pedagógicos no se estaban llevando a cabo de la mejor manera. Aún en organizaciones que han ultimado y fundamentado excelentes modelos. Se usaron de inmediato las videollamadas, las aplicaciones educativas y de comunicación, las redes sociales, las páginas especializadas; no obstante, no se ha culminado de detallar en las estrategias y modelos de aprendizaje que correspondan a la motivación e intereses de los estudiantes que, por su parte, han mostrado diferentes reacciones ante la situación vivida.

Lo que se ha podido observar en la práctica, es un incipiente pero muy decidido desarrollo de nuevas habilidades tecnológicas. Los alumnos e instituciones pueden constatar una diferencia en las capacidades digitales docentes al inicio de la emergencia sanitaria y en el momento actual. Este avance ha sido producto de diversos factores y que sería injusto no reconocer. Por un lado, la mayoría de las escuelas e institutos han tenido que desarrollar con urgencia programas de capacitación y formación docente en el manejo de las Tic’s, algunas muy completas y fundamentadas, otras tal vez improvisadas y mal diseñadas, pero en todo caso hay una enorme voluntad de resolver la situación y mejorar a toda prisa.

En lo que a los docentes corresponde, tampoco se puede negar que la mayoría ha realizado un enorme esfuerzo y han pasado, muchos de ellos, de un escaso conocimiento a un manejo digno de estas herramientas. Los alumnos aprecian este esfuerzo porque los coloca en un terreno común y dialógico de entendimiento.

Falta mucho por hacer y la prisa nunca es un aire de aliento, la disminución de casos en algunas naciones ha permitido retomar la formación docente con calma y atención, pero la primera reacción ha sido la catapulta.

Nos hemos podido dar cuenta de los cientos de elementos y herramientas, de que no son suficientes si no se consideran paralelamente los modelos pedagógicos y de aprendizaje personalizado (PLE’s), autónomo. Cobran relevancia otras dinámicas como rutas y comunidades de aprendizaje y entender también fenómenos como la convergencia y la migración digital, el internet de las cosas, la conectividad avanzada 5G y sobre todo confirmar que, en el terreno educativo, hay metas a cumplir, pero nunca un final. La educación como el ser humano vive sorteando las novedades de su existencia en un ciclo insospechado para el cual debe estar siempre preparado.